Columnistas

Pronunciaciones peligrosas

En América la “c” y la “z” se pronuncian como la “s”, es decir, entre las tres no existe ninguna diferencia en la pronunciación, sin embargo, en los últimos tiempos he escuchado a líderes religiosos, sobre todo de la Iglesia Católica, un periodista y en un anuncio publicitario radial pronunciar las palabras con “z” (y algunas veces pasa también con la “c”) como supuestamente debe pronunciarse: con la lengua entre los dientes.

Como estudioso de los fenómenos de la lengua no puedo escandalizarme por una pronunciación, y en estos casos no puedo hablar de correcto e incorrecto, pero sí puedo hacer otras afirmaciones sobre esta conducta.

Si bien la lengua es una permanente tensión entre lo individual y lo colectivo, y puede que haya personas que tengan rasgos muy particulares, esa pronunciación de “z” es cuando menos descontextualizada, y en la lengua el contexto es severamente importante.

Por cómo funciona la lengua, dudo mucho que se trate de un hecho espontáneo, implica cierto esfuerzo usar un sonido que no es la norma de un lugar, sobre todo en estos casos en los que tienen que distinguir entre las pronunciaciones de una y de otra.

No es una transición que sea usual, pocos cambios lingüísticos van en esa dirección, al contrario, la “s” «contagió» a las demás su pronunciación porque es el camino que naturalmente escogió la comunidad de hablantes. No por nada una de las características del español de América es que es seseante.

Ahora bien, ¿hay algo de malo en que algunas personas hagan este esfuerzo por hacer esa pronunciación? En términos prácticos no, en realidad no les resta ni un poquito de lo que son, no les quita ningún mérito, y como dije antes, ningún lingüista se atrevería siquiera a juzgarlos, sin embargo, casi todos los casos los he escuchado en medios de comunicación masiva o por lo menos con un amplio público escuchándolos.

Y en vistas de esto último sí tenemos un problema. Estas personas tienen algún tipo de influencia en las personas y, de hecho, puede que sean líderes a los que las personas les dan un entero crédito, así que puede estar sembrando una visión equivocada de la lengua, al pensar que esa es una única forma correcta, solamente porque se asemeja más al español ibérico, fortaleciendo una visión eurocéntrica e incluso colonialista de la lengua, visión que ha costado muchísimo esfuerzo quitar del imaginario de los hablantes.

A estas alturas de la historia es necesario que los hispanoparlantes de América comprendamos que nuestras palabras son tan palabras como las que se usan en España, y que lo que se habla de aquel lado es simplemente eso, otra variante del español.

No quisiera decir que no lo hagan más (de hecho no tengo ninguna autoridad para eso), pero me gustaría exhortar a que pensaran la razón por la cual hacen el esfuerzo de usar un sonido que no es normal en esta parte del mundo. Desde el estudio de la lengua se podría especular que buscan un prestigio encubierto, que no es de ningún modo un pecado, pero que a los que nos dedicamos a la lengua no nos causa ninguna impresión (puede que hasta tengamos el impulso de decirle que no lo haga) y a los demás quizás no le interese.

Y por fuera «en pro de la lengua» quisiera finalizar con que una lengua (sobre todo la lengua oral) no necesita defensores, y que la idea de una lengua pura, inmaculada y perfecta es un sinsentido, simplemente no existe.