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Podría ser con la Celac

En esta época Buenos Aires no tiene tan buenos aires, es verano y la humedad se envalentona con 33 grados Celsius, que obliga la camiseta y bermudas; pero este enero ha sido distinto por la visita de una treintena de delegaciones extranjeras que, agrupadas en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), intentan sofocar la aciaga realidad de nuestro continente.

La reunión enerva a políticos conservadores y sus socios; ven en este encuentro de gobiernos progresistas una amenaza a ese fabuloso statu quo que les ha permitido controlar los Estados a placer, y no ahorran esfuerzos para torpedear cualquier intento de cambio.

La Celac es casi toda la OEA, pero sin Canadá ni Estados Unidos, por eso carraspean, fruncen el ceño y dan puñetazos en la mesa los políticos de nuestro patio que están al servicio del norte a cambio de mantenerse en el poder, y siempre dando más de lo que les piden.

Argentina tenía la presidencia pro tempore y fue sede del encuentro, pero con tantas demandas apremiantes, la declaración de los 18 presidentes y jefes de Estado que asistieron terminó con más de cien puntos, entre cooperación, asistencia, diálogo y lucha contra los odios.

Los ahora cultos, civilizados y desarrollados europeos pasaron siglos tratando de aniquilarse mutuamente; se daban duro por mar y tierra, y cuando inventaron los aviones, pues, también. Pasaron por machacarse con piedras, palos, espadas, flechas, balas, cañones, bombas. Se cometieron entre ellos atrocidades, lo indecible. Ahora están casi felices en la Unión Europea.

Como un provechoso espejo, los latinoamericanos ven en el modelo de unidad europea algunos pasos que se pueden seguir; no es la primera vez que se habla entre nosotros de crear un verdadero mercado común, una legislación pareja, un desarrollo unificado, una moneda única.

Los europeos se mataron en dos guerras mundiales; soñaron con la unión y pudieron hacerlo, a pesar de todos los que dijeron que no y que ahora se arropan con la prosperidad; quienes hace unas décadas eran pobres y ven con desdén a los pobres.

Para algunos, los discursos de la Celac son atrevidos y desafiantes, ¿pero de qué otra forma podrían ser ante una realidad atrevida y desafiante? Si los gobernantes siguen serviles y sumisos, la desigualdad -a propósito de Argentina- seguirá manteniendo unos poquitos Macri y millones de Pedro Nadie.

En la cita destacaron el presidente anfitrión, Alberto Fernández; Lula, por lo que significa como político y su país como potencia; y la presidenta Xiomara Castro, como mujer mandataria, las vicisitudes que la llevaron al triunfo y su desafío en un país que los anteriores hicieron trizas.

La Celac es una ruta para la anhelada unidad latinoamericana; nos unen mejores condiciones que las que tuvieron los europeos: mismo idioma, costumbres, y pasiones desmedidas por política y fútbol. Canta Fito Páez: “Buenos Aires, buenos aires para vos”.