Columnistas

Los puentes migratorios

Los migrantes sostienen con las manos asalariadas a una economía que intenta sobrevivir, en un país sin oportunidades, donde solo se construyen puentes para cruzar la corrupción y el narcotráfico.

Nuestros compatriotas tuvieron que cruzar otros puentes para llegar a Estados Unidos en busca de nuevas esperanzas. Encontraron trabajo reparando baches en un puente, en horas nocturnas, mientras las conciencias duermen, y acabaron muertos en el puerto de Baltimore.

Fueron seis las víctimas del derrumbe del puente Francis Scott Key, eran migrantes procedentes de México, Guatemala, El Salvador y Honduras, que realizaban el tipo de trabajo agotador que aceptan muchos paisanos, cuando un buque portacontenedores se estrelló contra un pilar de apoyo y los precipitó a las heladas aguas del río Patapsco.

Rápidamente se movilizó la comunidad hispana de Baltimore, organizaciones e iglesias y recaudaron 98,000 dólares para las familias de las víctimas, mientras aquí las autoridades tuiteaban lamentos vacíos e hipócritas.

Este y los demás gobiernos de Centroamérica, especialistas en administrar crisis -aplaudiéndolas-, en conjunto con las olas migratorias que en los últimos años han cobrado una intensidad y complejidad sin precedentes. Miles de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares cada año, buscando refugio en países con mejores condiciones de vida. La principal causa que impulsa este éxodo masivo es la incapacidad gubernamental para ejecutar políticas públicas eficientes que brinden a sus ciudadanos seguridad, bienestar y oportunidades. La inestabilidad política, la corrupción, la violencia, el desempleo, las trabas económicas y la mentira estatal preñada de promesas electorales tienen harta a la gente, que los empuja a tomar la difícil decisión de migrar. En muchos casos, los gobiernos de origen no solo son incapaces de solucionar estos problemas, sino que también reprimen a la población y limitan sus libertades.

Los migrantes no son solo números o estadísticas -que tanto aplaude el Banco Central-, son personas con historias, sueños y esperanzas. Son familias que buscan un futuro mejor para sus hijos, jóvenes que anhelan oportunidades de educación y trabajo, y personas que simplemente buscan un lugar seguro donde vivir.

Claro está, que la migración no es un problema, sino una consecuencia. La verdadera crisis reside en la incapacidad de los vividores del poder, los que sacian con sus políticas empalagosas de populismo y totalitarismos, que no son ni medianamente capaces de garantizar el bienestar de sus ciudadanos. La comunidad internacional debe poner ultimátum y trabajar en conjunto para abordar las causas de la migración y presionar a los países de origen en la implementación de políticas públicas eficientes que brinden oportunidades a sus habitantes.

Señoras y señores, ¡ustedes no migran! Lo más que hacen es vagabundear y hacer turismo ideológico, ignorar la crisis migratoria no es una opción. Es necesario un compromiso nacional para abordar este problema de manera integral y solidario.

En este contexto, es fundamental fortalecer la cooperación internacional para abordar las causas de la migración e implementar políticas claras y eficientes que brinden oportunidades a los ciudadanos en los países de origen y crear mecanismos de acogida y protección para los migrantes en los países de destino.

Urge -como dicen ustedes- promover la inclusión y la tolerancia hacia las personas migrantes.

La migración es un fenómeno complejo que requiere soluciones integrales y humanitarias. Es tender puentes de entendimiento y abordarlo en serio, ¿o seguirán sin rumbo en el barco politiquero, esperando que de repente se estrellen y se hundan en la historia?