Columnistas

La impunidad en llamas

La quema del bosque no es solo un crimen bárbaro que debe ser castigado con la máxima severidad. Los bosques son los pulmones de este país, y su destrucción tiene un impacto devastador en el medio ambiente, la economía y la sociedad en general. En lo que va del 2024 se han registrado un total de 439 incendios, de los cuales 305 han afectado áreas boscosas y 49 microcuencas.

El brutal incendio en el área de amortiguamiento de la zona protegida del Parque Nacional La Tigra, en el municipio del Distrito Central, movilizó a 40 elementos del Cuerpo de Bomberos junto con cuatro unidades y personal de la Fuerza Aérea, con el afán de sofocar esta tragedia. Es enorme la pérdida de biodiversidad, ya que ecosistemas como este parque alberga una gran variedad de flora y fauna, muchas de las cuales son únicas e irremplazables. Con este crimen, estas especies se pierden para siempre, y no sólo se queman las plantas sino también la materia orgánica e inorgánica contenida en las capas superiores del suelo.

Encima de esto, los grandes incendios forestales liberan enormes cantidades de carbono a la atmósfera, lo que impacta negativamente al cambio climático. Con ello comienza la pérdida de la capacidad de retención de agua -que deriva en importantes sequías- y una brutal emisión de gases de efecto invernadero, y con ellos viene la erosión del suelo, lo que puede provocar deslizamientos de tierra e inundaciones. Ya sabemos los resultados de estas desgracias cuando llueve en Tegucigalpa.

Ahora, más que nunca, es oportuno avivar las llamas de la indignación y exigir justicia para que los responsables de la quema del bosque sean castigados con toda la ley, si no tienen vergüenza por la impunidad de corruptos y asesinos, al menos que haya vergüenza para estos criminales de la naturaleza. Esto no solo servirá para hacer justicia, sino que también enviará un mensaje claro de que este tipo de trasgresiones no serán tolerados. Esta tarea no solo corresponde a los bomberos o militares, sino que debe ser de todos: denunciar cualquier actividad sospechosa a las autoridades.

Mas allá de esto, que no es nuevo, las autoridades deben tomar medidas para prevenir estos episodios que devastan el patrimonio natural de la nación. Es urgente aumentar la vigilancia en los bosques. Educar a la población sobre los riesgos de la quema del bosque y las consecuencias de este crimen. Aplicar la ley con severidad a los responsables, aunque sean amigos del poder, como suele ser cuando está en juego la idea de reforestar para invadir con proyectos habitacionales o bajo fines agrícolas.

Quedan nada más las iniciativas de la reforestación comunitaria, pero necesitamos mucho más que plantar árboles para restaurar los paisajes degradados y salvar los bosques de Honduras. Hay que implementar los cambios concretos y sistémicos necesarios para abordar las dramáticas consecuencias que traen la deforestación y la degradación; para conservar los bosques intactos; para gestionar de manera sostenible la restauración de las tierras afectadas para el bienestar de los medios de vida nacional.

Hay que vigorizar las funciones de los ecosistemas degradados. Esto ayudará a proteger, expandir y valorar a los bosques y su biodiversidad, construyendo cadenas de valor sostenibles, con el apoyo combinado de los gobiernos y el sector privado para no repetir este drama y conservar a la naturaleza como un punto hacia economías sostenibles.

Los bosques son un patrimonio natural invaluable que debemos proteger. Esto por ningún momento debe quedar en las cenizas de la impunidad, para esta práctica, que carece de control efectivo por parte del Estado.