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La educación en la mira

Mi percepción de los alumnos que llegan a las aulas universitarias es que la educación que han recibido en la escuela lejos de aportarles, los ha cercenado.

El ser humano es curioso y creativo por naturaleza. Si no fuera así, no habría sobrevivido. Y sin embargo, la educación conservadora teme a estas cualidades, hace todo intento por suprimirlas para convertir a los niños en material sumiso, incapaz de expresar sus ideas, incapaz de pensar por sí mismo, incapaz de crear.

La educación artística no está necesariamente encaminada a formar artistas. La educación artística desarrolla habilidades de pensamiento, unifica emoción y racionalidad, permite hallar formas creativas de resolver problemas. Biológicamente, la educación artística permite la unificación de los lóbulos cerebrales, cada uno con habilidades diversas: pensamiento lógico, pensamiento creativo.

Por demasiado tiempo la educación benefició el pensamiento lógico: matemática, lenguaje y ciencia, parecían materias serias, respetables. Por contra, las habilidades creativas, emotivas fueron desdeñadas. Sin embargo, los enormes avances tecnológicos, la transformación en las formas de los negocios, las nuevas formas de vida sobre este planeta están siendo generados por gente fundamentalmente creativa que piensa por sí misma y se atreve a realizar cosas “fuera de la caja”. Es decir, habilidades que la educación artística podría facilitar.

Pero, no hay que hacerse ilusiones. Las clases de música y artes plásticas concebidas así, como un relleno del curriculum tampoco sirven al propósito. Se necesita una educación donde el arte como forma de pensamiento y de expresión sean transversales.

Es decir, todo maestro de grado debería tener una formación en educación artística que le permitiera, por ejemplo, enseñar matemática utilizando estrategias de las artes plásticas. O la música en una clase de historia. Necesitamos maestros con una formación integral más sofisticada si queremos que ellos sean capaces de abrir a los niños y a los jóvenes a las posibilidades del arte.

Y es que el arte no es una especialidad. El arte es una herramienta para ver, para pensar, para hacer. Antes de la era industrial, el arte permeaba la vida cotidiana: un jarrón para beber era una obra que implicaba sensibilidad artística. De allí la palabra artesanal: hecha con mis manos y mi imaginación.

Cuando la educación formal se cierra a la importancia del arte como herramienta y estrategia de aprendizaje, está condenando a los niños a vivir en el pasado.

La única posibilidad de sobrevivencia humana está en la imaginación. Y para un país como Guatemala, la imaginación es el atajo que puede cerrar la gigantesca brecha que nos separa del mundo desarrollado.