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¿Para qué nuevos fiscales? Las actuaciones de los anteriores no son loables, siempre se pliegan a los interese políticos, son guardianes de que la ley no se les aplique a los criminales de cuello blanco, sean narcotraficantes, traficantes de armas, banqueros con lavados de activos, empresarios que comenten dolosas transacciones, políticos que amañan la ley y se benefician con sus decretos de impunidad, mientras el fiscal general y fiscal adjunto se hacen de la vista gorda o engavetan los expedientes en cajones de la impunidad o saquean sus folios para que las pruebas presentadas sean exiguas para no poder acusar y meter a la prisión al acusado.

Cuando se escogió al primer fiscal general de la república, los ciudadanos nos sentimos que al fin la ley se iba a aplicar, el objetivo era que después de documentar las pruebas suficientes se llevara a la justicia a los malhechores, porque nuestra nación estaba cansada de estarse sometiendo a abusos repugnantes, abusos de lesa humanidad donde el desaparecer personas era normal, donde tratar de romper el orden constitucional para volverse a reelegir a la presidencia no importaba, donde el saqueo como Corfino y Conadi y demás quedaban en impunidad, donde pisotear la patria por ejércitos extranjeros no debería ser novedad, llegar a ser el portaaviones o el patio trasero de los yanquis en sus juegos de guerra no importaba y los ejecutores de tales órdenes al final se quedaron en total impunidad.

Cómo no recordar la venta de abonos de aserrín, la venta de maquinaria a brazos de Honduras, el petrolazo, el mochilazo, lapisazo, el lechazo y tantos azos que la clase política vernácula estaba haciendo a diestra y siniestra porque ya habían sentido que robar millones no les traería perjuicio carcelario porque los amigos de los juzgados les darían las cartas de libertad como cuando se reparte baraja.

Hoy, afloran las artimañas, nos encaminamos nuevamente a la elección de estos dos puestos de gran trascendencia en la vida de la nación, como deseamos que como pueblo la justicia sea aplicada de acuerdo al delito que se comete, que no exista distingo de clases sociales, ni políticas, que la ley sea pareja para todos los infractores, deseamos un fiscal que sea honesto, que no eche a la basura los valores inculcados por sus padres, la escuela, el alma mater, la iglesia, que en su espiritualidad sea invocando las leyes divinas porque solo aplicar los diez mandamientos todos los seres humanos tenemos las cualidades de nuestro creador que es justo y leal.

Deseamos un fiscal que se tenga amor propio y no sea marioneta de nadie, que no trate de imponer sus puntos de vista sin escuchar la sabiduría de los que lo acompañan, que recuerde su juramento de abogado o abogada, que piense en su familia; cuánto daño le hará al recibir coimas, dineros muchas veces manchado con la sangre de inocente, dinero sucio de transacciones delictuosas, que se respete y se haga respetar, que no le tiemble el puño al firmar una extradición o un allanamiento y que limpie la cara del Ministerio Público cuyo hedor llega hasta el cielo.

Pronto tendremos fiscal nuevo o tendremos una continuidad de la misma suciedad, señores diputados en sus manos está el sacar a este país del estercolero que nos han sumergido ustedes mismos, hoy brindamos por un nuevo fiscal, si sale peor o igual al que tenemos, pues, Dios nos libre.