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El sistema son ustedes

Ni ha terminado este año, -un 2023 aturdido y sacudido de ilegalidades y ahogado en cortinas de humo fabricadas por los círculos del poder- y los altavoces de baratijas políticas anuncian que la presidenta Xiomara Castro convocará a movilizaciones en las calles en enero. ¿El objetivo? “Defender los valores y el sistema democrático”. Con esta declaración, el año 2024 se vaticina como un escenario de incertidumbre y conflicto en el ámbito social y político. Los efectos de los eternos 12 años de dictadura, la crisis económica, el descontento popular, la polarización electoral, un socialismo fantasmal, el discurso del insulto, la corrupción y los hilos del poder enredados en manos ilegales, son el detonante de la constante amenaza a la estabilidad de este país, que pernocta entre el odio y la pared. Todo esto se amalgama con una economía en estado crítico, con una caída del PIB, un aumento del desempleo, una inflación galopante y una deuda externa insostenible, una quiebra total en el sector salud, turismo, comercio, educación e industria. En este contexto, las manifestaciones permanentes en las calles generan más incertidumbre, desconfianza e inseguridad para los escasos inversionistas, los empresarios espantados y los consumidores estafados. Además, provocan pérdidas millonarias por los daños a la infraestructura pública y privada, el bloqueo de las vías de transporte, disturbios, saqueos y actos de vandalismo. Estas acciones deterioran aún más el clima de la paupérrima convivencia democrática, erosionan la autoridad del gobierno y las instituciones, y dificultan el diálogo y la negociación entre los diferentes actores políticos y sociales. Asimismo, generan aún más, el clima de polarización, radicalización y violencia que puede desembocar en una crisis institucional o incluso en un golpe de Estado... del cual ya nadie quiere acordarse. Así que, si Castro Zelaya convoca a movilizaciones a sus colectivos de base, será una estrategia contraproducente e irresponsable que solo agravará los problemas existentes y alejará la posibilidad de encontrar soluciones pacíficas y consensuadas. No está de más recordarles que se debe respetar el orden público, el Estado de derecho y la democracia, buscar canales de participación ciudadana más constructivos y efectivos que permitan expresar las demandas sociales, sin afectar los derechos de los demás ni el bien común.

Ustedes más que nadie, saben que la protesta social es un derecho fundamental que permite a los ciudadanos expresar su descontento con las políticas públicas, las injusticias sociales y las violaciones de los derechos humanos. También saben que esto genera pérdidas millonarias para las empresas, el Estado y los ciudadanos, que ven reducidos sus ingresos y su capacidad de consumo. Esa táctica de víctimas es una patraña antigua que se destiñe en banderas rojas, y sus protestas permanentes; cansa y deteriora la confianza de la gente, incrementa del clima de incertidumbre, inseguridad y riesgo que desincentiva la inversión, el ahorro y el gasto. Esto afecta el crecimiento económico, la generación de empleo y la recaudación fiscal, lo que a su vez limita la capacidad del Estado que ahora ustedes manejan con todas las riendas del poder. O al menos que su razonamiento ideológico plantee el juego de la confusión para sacar beneficio de las aguas revueltas de esta realidad y estructurar las circunstancias del caos y convocar la constituyente, no es más que la aceptación de su fracaso, que demostraría su ineficacia de gobernar ante el desorden que ustedes construyeron, bajo los efectos trasnochados de un discurso antagónico, imaginando “enemigos” entre el pueblo.

Ustedes ahora son los miembros de una élite nacional política, de una élite económica que tanto odiaron. Ya no les luce ese populismo para dirigirse a sus bases y presentarse a sí mismos como líderes antisistema. ¡El sistema son ustedes!