Columnistas

¿Econo-mía o de ellos?

La economía nacional ha sido un cuento dorado, aturdido y falaz para adormecer tontos y despertar ladrones públicos; eso ha sido desde siempre y hoy más que nunca abundan los narradores de estas fabulosas historias escritas y contadas bajo la sombra enorme del hambre y la miseria de una economía en ruinas.
La fuga de empresas hacia otros países, el aumento del desempleo y la desaceleración económica han sembrado un panorama sombrío de críticas al sistema que produce más y distribuye menos. Esto se ha convertido en un escenario en el que empresarios sobreviven bajo los escombros de la ilusión diaria.
A todo esto, hay que sumarle la desconfianza de este gobierno que cada día se hunde en el desprestigio por su alta complicidad en el crimen organizado y tráfico de drogas, dándole un tiro de gracia al clima de negocios, más su deficiente infraestructura, un desempleo paralizante, así como la inestable seguridad jurídica, la extorsión, el Servicio de Administración de Rentas (SAR) que caza en el aire todo lo que se mueve, la violencia, la corrupción que acecha como animal encorvado en el aparato estatal, tanto así que hasta la esperanza de que esto cambie ya se ha corrompido.
Esa máquina que tritura el país ya lleva entre 40 y el 45 % de las micro, pequeñas y medianas empresas cerradas en Honduras durante el mal manejo de la pandemia del COVID-19, con el saldo de más de 150 mil personas que han perdido su empleo en el marco de estos cierres; lo infame de todo es que este valor va incrementando, ya que ante las restricciones vigentes las empresas continúan cerrando y las pérdidas causadas, de acuerdo a las cifras del Banco Central (BC), ya superan los 55,000 millones de lempiras, es decir, 2,258 millones de dólares.
A las pérdidas causadas por el coronavirus se suman los daños que dejaron Eta e Iota en noviembre de 2020, pues según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), estas se registran bajo la cantidad de 46,000 millones de lempiras, siendo equivalentes a 1,893 millones de dólares.
Todos sabemos de los desastres provocados, pero lo peor es que de este fenómeno se agarra el Gobierno para esconder su inoperancia al levantar una economía que bruscamente ha sido arrasada por la corrupción y su aparato que fabrica estadísticas y discursos como eje de mecanismo para borrar cualquier política social, industrial o de infraestructura para medio mejorar un país en crisis permanente, ahogándose más con golpes de Estado y la década dorada del narcotráfico bajo este mandato sin rumbo que afecta la actividad productiva que no da respiro al comercio y la industria dañada por los años de desinversión.
Lo que si hay es una 'excelente' gestión corruptiva que ya ha producido nuevos ricos que navegan en medio del deterioro de la actividad económica, la hiperinflación y la precariedad del empleo y la destrucción del poder de compra de los ciudadanos que ya ni en el suicidio piensan por lo caro que resulta morir en este país, donde el impacto de la incertidumbre política sobre el comportamiento de la economía es fatal, empujando hacia el abismo al sector del café, comercio, industria, construcción y minería que da tumbos por la incertidumbre de la política económica de un Gobierno que esconde la cabeza como avestruz, ante un panorama sombrío, en donde lo que se ocupa es un impulso al sector exportador y mayor recorte al gasto público.
Los que se parten el pecho son los migrantes en Estados Unidos y España, ya que mantienen a flote las finanzas con sus remesas puntuales en un crecimiento monetario. Pero no todo es negativo, porque con la emisión del billete de 200 lempiras, estos creen que será la fórmula para disfrazar la crisis con un papel lustroso como el que se usa en las campañas políticas para imprimir afiches. Así es como se usa la economía política en una nación que no la tiene, pues justamente los que dicen ser políticos económicos son los que salen carísimos cuando llegan al poder.