Columnistas

Nuestra Honduras enfrenta dilemas éticos y legales, en la coyuntura. Sumida en una profunda problemática social, el juicio en Nueva York al expresidente Hernández, nos distrae hasta el perjuicio. Y puede cegarnos a lo trascendente: el discernir lo que a mediano y largo plazo exige compromiso para transformar la realidad que rechazamos y que otros abandonan, emigrando. Entre los dilemas que debemos enfrentar ya, están (1). La Independencia Judicial: La justicia debe ser expedita y justa e imparcial. El poder judicial debe ser independiente y todos debemos contribuir. Una vez integrada la Corte Suprema de Justicia, su función sagrada debe ser salvaguardada de influencias político partidistas. (2). La Corrupción, no solo la malversación de los dineros públicos sino también todas las demás manifestaciones de abuso de poder. Tales los casos de utilización del aparato estatal en promoción del narcotráfico. (3). La impunidad, que resulta en un acicate a la criminalidad al no contar con la institucionalidad eficiente que castigue y disuada el delito. La persecución penal a un expresidente es un avance, conservando su presunción de inocencia y el debido proceso, por supuesto. ¿Pero buscamos justicia y tienen que ser extranjeros los que tengan que ayudarnos a perseguir el delito? ¿No nos afecta que hayan venido extranjeros a sacar a un expresidente encadenado de pies y manos? ¿Qué repercusiones veremos? Al margen de nuestras particulares apreciaciones de este juicio, plantea dilemas éticos en cuanto a la (4). protección de los derechos humanos. Deben ser protegidos los derechos fundamentales del acusado a la vez que se le responsabiliza por graves delitos. (5). Credibilidad de la institucionalidad: la confianza del pueblo en sus instituciones ha sido más resquebrajada en este juicio. ¿Dónde han estado? ¿Y el interés público? El juicio neoyorquino contra el expresidente Hernández enrostra dilemas ingentes a enfrentar. Es urgente atender el desafío de fortalecer el estado de derecho.

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