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Diálogo con una oposición dividida

Con el llamamiento que ha hecho el coordinador residente de las Naciones Unidas en Honduras, señor Igor Garafulic, para realizar una reunión, que tiene como propósito intercambiar opiniones entre las partes involucradas en el desarrollo de un futuro diálogo político en el país, puede dar inicio a un proceso político de reconstrucción democrática.

La convocatoria se hace como parte de los avances que ese organismo promueve en favor de un diálogo nacional, al haber nombrado en el pasado una misión exploratoria que dejó apuntada la necesidad de generar las condiciones de confianza, para que las distintas partes en conflicto se sienten a buscar salidas que superen las diferencias que mantienen dividida a la sociedad hondureña.

Una de las condiciones indispensables para todo diálogo político es la manifestación de la voluntad de las partes en conflicto, de entrar en un espacio de conversación, no puede haber diálogo donde los diferentes segmentos no se acepten como fuerzas beligerantes en la solución de una situación complicada.

Es natural que en un primer momento haya más dudas que certezas, pero en lo que no se puede dudar es en la necesidad de agotar, dadas las condiciones que vivimos, esa etapa como una práctica pedagógica que demuestre que no fue la voluntad de buscar consensos alrededor de problemas comunes lo que falló, sino que los intereses particulares, los que como en el pasado se impusieron a los intereses generales de la nación.

Al diálogo, según lo que se observa en los primeros intentos para establecer las bases del mismo, se llega con algunas dificultades; la oposición va dividida, no lograron conjuntar una posición única alrededor de las propuestas, el hecho que la Alianza de Oposición haya emitido un comunicado donde rechaza su participación, en tanto el excandidato de esa agrupación política, señor Salvador Nasralla, acepta participar, en lo que se ha dado en llamar prediálogo, demuestra lo afirmado, ni en las filas del partido Libertad y Refundación (Libre) existe unidad acerca del encuentro interpartidario, hay voces que reclaman una participación con la única condición que los acuerdos a los que se llegue sean vinculantes, en cambio, su principal líder, señor Manuel Zelaya, mantiene una posición irreductible de no participar si no se dan circunstancias que prácticamente son temas que deberán ser objeto de las conversaciones, pero no sus condiciones.

El peligro que se corre, sobre todo para la oposición, es que si se pierde ese impulso inicial que ha significado la presión internacional y si el descontento de amplios sectores de la sociedad hondureña no se traduce en un rechazo visible de forma pacífica pero contundente, al actual orden de cosas, el diálogo habría perdido el fondo que necesita para resultar efectivo.

Los políticos deberían entender que la búsqueda de consensos a través del diálogo es también una forma de lucha, por cierto la menos costosa para la nación.