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De bandera negra a blanquiazul

Mientras abastezco en una gasolinera, en un codo de metal en la manguera de suministro leo “Made in Taiwan”; y lamento que ni siquiera eso se pueda fabricar en nuestro país, aunque sea de una aleación especial que evite chispas y derrames, pero es tecnología básica y desgraciadamente tenemos que importarla.

La mayor parte de los empresarios hondureños se dedican a la importación, a comprar y revender lo que se fabrica afuera, como comerciantes; algunos no tienen iniciativa ni riesgo para asumir su propia producción que agigante la economía, aumente el empleo y promueva el desarrollo; así, la industria hondureña es apenas existente.

Desde la escuela nos enseñan que tenemos condiciones agrícolas envidiables, que podemos producir casi todo el año y una gran variedad de cultivos, pero en la práctica, apenas sacamos del suelo para subsistir, y aunque produzcamos arroz, frijoles y maíz, siempre hay que importar porque no ajustan.

Como no hay industrias, del suelo salen también los principales productos hondureños: café, bananos y palma africana; y de nuestras aguas, el camarón y la tilapia. Se van casi como salen de la naturaleza, como materia prima, sin la industrialización que permitiera darle valor agregado y más ganancias para nuestro país.

Y al escarbar un poco se descubren en nuestro subsuelo importantes yacimientos de oro, plata, cobre, zinc, plomo, hierro y carbón, y se lo llevan así, en bruto, dejándonos sólo destrucción medioambiental, pobreza y una oleada de protestas de las comunidades explotadas.

Cuando el azar nos lleva a los países vecinos, en los supermercados y en las tiendas apenas encontramos productos hondureños, uno que otro; sin embargo, en cualquier estante de nuestro comercio dominan artículos de Guatemala, El Salvador o Costa Rica, desde una galleta a un dentífrico.

La mayor producción industrial hondureña es la textil, la maquila, y como sabemos, se va. Es cierto que nos abren plazas laborales, pero sólo eso. Lo que salva es una notable productividad de refrescos, cervezas, aceite vegetal y leche pasteurizada, que son importantes generadores de empleo, pero únicamente alcanzan para el consumo nacional.

En teoría, los empresarios y comerciantes son los que deben crear empleo, no el gobierno, que apenas es un regulador de las relaciones comerciales y laborales, ¿y qué hacen los de aquí? Izar una bandera negra, porque faltos de creatividad y audacia, necesitan favores y privilegios para crecer.

Ahí están las cifras, en 2023 Honduras tuvo de los mejores crecimientos económicos de la región y aumentó la inversión extranjera, y eso que la crisis mundial y la incompetencia cerraron varias empresas. Ojalá que algunos de estos señores que ni invierten ni pagan buenos salarios y otros ni impuestos ni el Seguro Social, también icen la bandera blanquiazul, la que nos arropa a todos, no sólo a un grupito privilegiado.