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Danzar sobre el muerto

Cuba es el platillo favorito de los más fervientes ideólogos, de los opinadores que se congratulan en recibir la alabanza de unos cuantos seguidores que quieren escuchar no la verdad sobre su sistema de pensamiento y de creencias, sino lo buenos que son para razonar, así estén llenos de falacias. Y allí van muchos, repitiendo y repitiendo, sin cuestionar, sin comprobar, sin siquiera detenerse por un momento a reflexionar sobre lo que piensan.

Lo que ha pasado en los últimos días en Cuba ha dado pie para que todos, según su conveniencia, opinen. ¿Les importa, aunque sea un poco, lo que sucede de verdad en la isla? Yo he llegado a la conclusión de que a la mayoría de los que vierten una opinión y no son cubanos, no. Cuba, así como cualquier país que se halle en fuertes dicotomías políticas, no ha sido más que un pretexto para “evidenciar” que se tiene la razón, que tal o cual ideología es la mejor.

A veces la política parece una actividad seria, llevada adelante por personas serias. Y así debe ser, por el impacto social que tiene, pero en ocasiones no obedece más que a vulgares caprichos. Debilidades humanas, al final de cuentas.

Es evidente que cada fracción ideológica está mostrando lo que más le conviene. Mientras que unos muestran las masivas marchas antigubernamentales, otros muestran las también masivas marchas de apoyo al gobierno. Y en este mundo de medias verdades o de posverdad es muy fácil encontrar argumentos que hagan pensar que cualquiera tienen la razón. Y cuando los argumentos se acaban, incluso, aparece cualquier bulo que de inmediato se da, por cierto. Parece muy fácil ser generador de opinión en una sociedad que no está acostumbrada a hacer ejercicio del pensamiento crítico. Y cada vez menos.

Ya lo he dicho anteriormente, este ejercicio de quién tiene la razón solamente le ha traído dolor y tristeza al mundo, y en este caso no es la excepción. Esta es la única razón por la cual los seres humanos no nos hemos puesto de acuerdo sobre cuál es la mejor manera de vivir. ¿Tan complicado es? Es muy difícil saber cuál será exactamente el destino del hermano país cubano, lo único importante es que sean felices, con todo lo que ello implica. Esto más que ser un razonamiento, lo deseo de verdad. Es la misma felicidad que le deseo a mis compatriotas y a cualquier habitante del mundo.

Estos mismos escenarios los podemos observar en la incipiente lucha ideológica de nuestro país, que yo me atrevería a llamar lucha de lo que se supone que es la ideología. No importa lo que suceda y lo doloroso que sea, cualquier hecho puede ser utilizado para saltar y decir: “miren, tengo la razón, tienen que pensar como yo”. Es, como lo llamo yo, danzar sobre el muerto.

Actuar de esta manera va mucho más allá de la ética, tiene que ver con un grado de consciencia y hasta de compromiso social. Como añadido puedo decir que es una situación que no cambiará. Se seguirá gastando mucha tinta y mucha garganta en irrespetar la dignidad humana subponiéndola a un sistema de pensamiento, o un intento de él.

Y no creo que este se trate de un pensamiento simplista, es que al mundo las ideologías lo han vuelto innecesariamente complicado. Y lo peor de todo, hasta les construimos monumentos (simbólicos y materiales) a algunos individuos solo por complicarnos la vida.