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Liderazgo y análisis funcional

Ha tocado a cada gobierno del mundo saber cómo enfrentar los efectos sanitarios y económicos que deja la pandemia, y otros con males mayores por tener sus propios problemas estructurales con efectos sociales, entre otras cosas, desastres naturales, conflictos políticos, complejas y múltiples luchas entre países y hasta guerras en pleno 2020.

“Nadie sabe el mal de la olla, mas la cuchara que la menea”, y por eso todos los gremios, sectores y ciudadanos debemos vernos como una misma “cuchara” lidiando con “el mal de la olla”, es decir, enfrentar tanto problema que nos aqueja cada quien haciendo lo suyo con la inteligencia y el esfuerzo que le toca, pero de forma conjunta y coordinada.

En tiempos difíciles es cuando se debe poner cabeza a cómo fortalecer las instituciones, organizaciones y empresas. Deben reforzarse, para que su liderazgo sea fuerte y efectivo, y hay un momento en que la crisis nos enseña con prueba y error, fallando y volviendo a intentar, renovando, inventando y entonces deja de ser lección y se convierte en una herramienta para enfrentar situaciones futuras similares.

El rol que desempeñan las empresas en este tiempo difícil es esencial. Como actores clave en la economía, la responsabilidad de los empresarios es tan compleja que se requiere de liderazgos integrales para la buena gestión gremial empresarial, para la sobrevivencia de las empresas pequeñas y medianas y que, en todas las empresas, además de ventas y comercialización adecuada, se garantice la seguridad de todos sus empleados.

Retomar viejos textos y prácticas combinadas con las de hoy podría ayudar a ponerle cabeza a “qués y cómos” para enfrentar problemas de los de este tiempo, una idea podría ser el liderazgo y análisis funcional.

El liderazgo no se basa en el poder o jerarquía que alguien tiene, debe construirse en conjunto, si quien tiene el poder se asegura que cada uno de los de su equipo se auto acepta como una persona con liderazgo, porque personas sin compromiso no pueden ayudar al bien común, aunque se les dé confianza.

“El liderazgo se basa en la autoridad, es decir en la aceptación y seguimiento de una persona por sí misma, y eso requiere confianza mutua”, como lo dice el libro, “Ética en dirección de empresas”, D. Melé.