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Los dilemas éticos del coronavirus

Hasta hace una semana, el gobierno británico había estado contemplando una estrategia de “construir inmunidad colectiva” contra el coronavirus. La idea detrás era dejar que el virus pase a través de la sociedad para que la población adquiriera los anticuerpos para sobrevivir, como lo haría una vacuna. Según la literatura médica, se cree que hace falta al menos del 60 al 70 por ciento de la población esté infectada con el virus para brindar protección a todos. Los británicos tenían la intención de proteger a los más vulnerables, como los ancianos y las personas con afecciones médicas subyacentes, ya que permitieron que el virus pasara por la sociedad. El gobierno británico se apartó de la idea en el último minuto por varias razones. En primer lugar, los médicos se preocuparon por la tasa de enfermedad grave causada por la enfermedad: 19 por ciento. Creían que esto abrumaría al Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido, que carecería de camas y equipos de emergencia para hacer frente a los números que requerirían hospitalización. En segundo lugar, había preocupaciones sobre una tasa de mortalidad del 2.3 por ciento.

Este ejemplo muestra la carga de responsabilidad en las decisiones de los gobernantes en las actuales circunstancias. Están en juego millones de vidas humanas, pero también las decisiones que se toman, o se dejan de tomar, afectan aspectos sensibles como la seguridad, la economía, el acceso y la distribución de recursos disponibles a los más vulnerables y necesitados por mencionar algunos solamente. Alistair Nicholas, consultor internacional en gestión de crisis, escribe en un artículo reciente: “Los gobiernos se enfrentan a desafíos éticos cada vez mayores a medida que el coronavirus continúa propagándose y la tasa de mortalidad continúa aumentando. Estos van desde el establecimiento de criterios que determinarán quién vive y quién muere, hasta las estrategias para combatir el virus, y las opciones entre detener o ralentizar el virus o proteger los intereses económicos de una nación. Las elecciones que se hagan podrían definir culturas y estados-nación para el siglo XXI, tal como las Guerras Mundiales I y II definieron culturas y estados-nación en el siglo pasado”.

Es evidente que hemos de implorar serenidad y prudencia para los gobernantes. Pero no solamente para ellos. Los médicos están sujetos también a decisiones difíciles, sobre todo en nuestro país en el que carecemos de muchos recursos que son indispensables como equipo de bioseguridad que les brinde protección para atender de forma segura a los pacientes. Aunque espero que esto no ocurra, en los hospitales, con el aumento del número de admisiones por enfermedades graves, los médicos y los administradores posiblemente enfrenten un problema de magnitudes difíciles de manejar. Es necesario que cada uno asuma con responsabilidad las consecuencias de sus actos. Guardar la serenidad y mantener una visión positiva. No servir de eco a desaprensivos que fomentan la crítica y la división. Aprovechar el tiempo de forma creativa e incluso proponiendo soluciones de acuerdo a las propias capacidades