Entre la cordillera oriental de los Andes y la selva amazónica, en este lugar que llaman la 'zona roja' y que es considerado un fortín de la guerrilla en el sur de Colombia, el periodista francés Romeo Langlois quedó atrapado en el conflicto armado colombiano.
Nadie en el municipio de La Montañita, donde se ubica el poblado Unión Peneya, desconoce la suerte de Langlois, capturado por la guerrilla comunista FARC el 28 de abril en medio del fuego cruzado de un combate cuando se desplazaba con las fuerzas militares para realizar un reportaje.
'Acá las apariencias engañan. Parece un paraíso y de golpe se convierte en un infierno. La guerrilla no deja de amenazar. Lamentablemente lo comprobó ese periodista', comenta a la AFP Roosbelt Figueroa, un campesino de 39 años, en un camino de tierra enfangado por la lluvia.
Hace diez años, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) obligaron a escapar a 90 familias del poblado de Triunfo, vecino a Unión Peneya, donde se produjo el enfrentamiento en el que Langlois fue reportado como desaparecido. Hoy sólo viven allí cinco familias.
'Ustedes los franceses no tienen suerte', dice uno de sus habitantes, al evocar que a pocos kilómetros de este lugar que alberga los principales laboratorios para la elaboración de la cocaína fue secuestrada en 2002 la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, rehén de las FARC por más de seis años.
El frente 15 de las FARC, una unidad regional de la guerrilla integrada por 300 combatientes apoyados por unos 2.000 milicianos, según el Ejército, se atribuyó la captura de Langlois.
El reportero de 35 años de edad preparaba un reportaje para la televisora France 24 y ya antes había realizado numerosos trabajos periodísticos sobre el conflicto armado de Colombia.
'Es un muchacho impetuoso que quiso mostrar el verdadero rostro de las FARC, que no tienen ya nada que ver con el comunismo', describe el general Javier Rey, comandante de la aviación del Ejército y quien autorizó la inserción de Langlois en la patrulla militar posteriormente atacada.
'Eso es lo que está pagando', agrega el oficial.
Su relato de la ofensiva guerrillera parece una película de guerra.
Tras haber desmantelado un primer depósito de droga, tres helicópteros dejaron al amanecer a una treintena de militares y al periodista cerca de un gran centro de acopio, donde alrededor de 200 guerrilleros, al verse sorprendidos, abrieron fuego.
'Los dos militares que estaban al lado de Romeo para garantizar su seguridad fueron asesinados. Tras seis horas de tiroteo, a diez metros de distancia, él se levantó y se entregó', narra el general Rey, al destacar que el mal tiempo reinante en la zona impidió a los refuerzos repeler más prontamente a los atacantes.
Pero incluso para una división muy bien equipada de 7,000 soldados, la estación de las lluvias complica las operaciones aéreas en esta región de valles, en la que además los caminos accidentados dificultan el tránsito terrestre y recorrer diez kilómetros puede tomar más de una hora.
Para impulsar a la guerrilla a entregar al periodista, el Ejército suspendió las acciones militares en el área, lo que ha molestado a algunos militares. 'Resulta más complicado para nosotros y se están aprovechando', lanza un soldado en una alcabala de carretera.
Pero la mayoría de los habitantes de la región muestran su pena por el periodista francés. Uno de ellos es Jorge Antonio Vallejo, ganadero de 35 años. 'Acá mandan las arman y mandan mal. Pero Romeo no tenía armas y no merece perder su libertad', dice.