El gobierno colombiano, los mandos militares y de Policía y sus familiares rindieron homenaje el martes, en una concurrida ceremonia fúnebre en la Catedral de Bogotá, a los cuatro uniformados que tras más de 12 años de secuestro fueron asesinados por la guerrilla FARC.
'Nos hemos equivocado. Guerrilleros, ese no es el camino. Por ahí no llegamos a la paz', advirtió el obispo Héctor Gutiérrez, quien encabezó el acto religioso, tras hacer un llamado a escuchar 'las palabras de reconciliación que nos hace el gobierno'.
'Sentémonos de nuevo a conversar, pongámonos de acuerdo en los mínimos', dijo el jerarca católico tres días después del asesinato de los rehenes en una zona selvática del departamento de Caquetá (sur).
Gutiérrez imploró también que el grupo rebelde entregue, sanos y salvos, a todos los secuestrados en su poder. 'En Colombia hay café para todos, hay pan para todos, vengan a disfrutar de este país', anotó.
Antes de ingresar a la catedral de Bogotá, los ataúdes con los cuerpos de los uniformados, sobre los que destacaba la bandera amarilla, azul y roja de Colombia, desfilaron a través de la céntrica Plaza de Bolívar precedidos por soldados que transportaban los quepis de quienes eran considerados los rehenes más antiguos del país.
Decenas de personas se agolparon en la plaza para observar el cortejo fúnebre que ingresó hacia las 09H30 locales (14H30) a la catedral, donde se encontraban los principales funcionarios del gobierno, encabezados por el presidente Juan Manuel Santos y su esposa.
También estaban los mandos militares y policiales, pero quienes destacaban en las primeras filas dispuestas para las honras fúnebres eran los familiares de los uniformados.
Allí se apostaron en silencio y con la mirada baja en torno a los féretros padres, madres, esposas e hijos, algunos de los cuales nunca conocieron a sus progenitores, como Johan, de 13 años, hijo del sargento del ejército José Libio Martínez, secuestrado el 21 de diciembre de 1997 y asesinado el 26 de noviembre pasado.
En el interior de la catedral se reunieron igualmente familiares de otros de los 13 secuestrados de la fuerza pública que permanecen en poder de la guerrilla FARC, algunos desde hace más de 10 años, y que el grupo rebelde pretende canjear por unos 400 de sus integrantes presos en cárceles de Colombia y Estados Unidos.
Las honras fúnebres tuvieron lugar apenas horas después de que el estatal Instituto de Medicina Legal certificara en un informe forense que fueron ejecutados por la espalda con disparos de armas de fuego de alta velocidad.
A tres de ellos, además, les fueron encontrados disparos en el cráneo hechos a corta distancia.
Según el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, los uniformados fueron asesinados luego de que tropas del ejército que se encontraban siguiendo los rastros de una facción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) entraran sorpresivamente en combate con los rebeldes.
Al terminar los enfrentamientos, los militares encontraron los cuerpos sin vida de los cuatro rehenes.