En segundos derriban la torre de la fallida planta nuclear de Hartsville, Tennessee
En Tennessee, una torre de refrigeración de 165 metros de la planta nuclear de Hartsville fue demolida en apenas diez segundos, estas son las imágenes del momento
- 20 de septiembre de 2025 a las 15:05
En Tennessee, una enorme torre de refrigeración de 165 metros de altura fue derribada en apenas diez segundos con una carga controlada de explosivos. La demolición puso fin a casi medio siglo de abandono del proyecto nuclear de Hartsville.
La estructura formaba parte de un plan ambicioso impulsado por la Autoridad del Valle de Tennessee (TVA) en 1977, que buscaba responder a la creciente demanda de energía en la región.
El proyecto contemplaba la construcción de cuatro reactores nucleares de General Electric, cada uno con capacidad de generar más de 1.200 megavatios. En conjunto, la planta habría tenido la potencia suficiente para abastecer a unos cuatro millones de hogares.
De haberse completado, Hartsville se habría convertido en una de las instalaciones nucleares más grandes del mundo, con una capacidad de casi 5 gigavatios de electricidad.
Sin embargo, el accidente de Three Mile Island en 1979 cambió por completo la percepción pública sobre la energía nuclear. El temor a una catástrofe provocó un fuerte rechazo social y frenó muchos proyectos de este tipo en Estados Unidos.
Ese mismo año, la TVA decidió cancelar la construcción de Hartsville. La decisión estuvo marcada no solo por la oposición ciudadana, sino también por el costo descomunal del plan: unos 13.800 millones de dólares de la época, equivalentes a más de 43.000 millones actuales.
Desde entonces, el lugar permaneció prácticamente intacto, como un símbolo del abandono de aquella apuesta nuclear que nunca llegó a concretarse.
La demolición utilizó más de 900 libras de explosivos colocados estratégicamente para hacer colapsar la torre en pocos segundos, sin afectar otras áreas.
El derribo buscó no solo deshacerse de una infraestructura en desuso, sino también liberar espacio para futuros proyectos en la zona, que ahora puede destinarse a otros fines energéticos o industriales.
Con la caída de esta torre, se cierra definitivamente un capítulo en la historia nuclear de Tennessee: un recordatorio de cómo las grandes ambiciones tecnológicas pueden desvanecerse frente al miedo social y a los enormes costos económicos.