El ataúd humilde del papa Francisco: rompió la tradición de los tres féretros
Según su voluntad y las reformas aprobadas en 2024, el Pontífice eliminó los símbolos de poder en su funeral, reafirmando su legado de humildad y fe
- 26 de abril de 2025 a las 11:32

Fiel a su vida de austeridad y cercanía al pueblo, el papa Francisco rompió una de las tradiciones más antiguas del Vaticano: eligió un ataúd sencillo de madera para su descanso final, renunciando al protocolo de los tres féretros que durante siglos acompañó los funerales papales.

Su féretro fue instalado en la Plaza de San Pedro mientras miles de fieles acompañaban la misa fúnebre presidida por el decano del Colegio Cardenalicio

En vida, Francisco había dejado instrucciones claras: no quería ostentación, ni símbolos de poder, ni ceremonias ostentosas.

Tradicionalmente, al morir un papa, su cuerpo era colocado primero en un ataúd de ciprés (símbolo de humildad y mortalidad), luego introducido en un ataúd de plomo (para preservar los restos e impedir su manipulación) y finalmente en un tercer ataúd de madera de olmo o roble (símbolo de dignidad y fuerza).

En el interior del primer ataúd se colocaban medallas y monedas acuñadas durante su pontificado, junto a un documento resumiendo su vida y obras.

Este conjunto era finalmente sellado y depositado en las grutas vaticanas.

Pero Francisco decidió no seguir este camino. En noviembre de 2024, aprobó personalmente una nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el reglamento de funerales papales, estableciendo que los funerales debían centrarse en la fe en Cristo resucitado y no en ritos de poder o distinciones terrenales.

El papa argentino dejó en claro que no deseaba ser recordado como una figura política o monárquica, sino como un "discípulo de Cristo". Por eso ordenó que su cuerpo fuera depositado en un único ataúd de madera, reforzado con una capa interior de zinc.

Además, eliminó otros símbolos tradicionales como el catafalco y el báculo papal de su ceremonia, reafirmando su deseo de sencillez incluso en su despedida.

El féretro humilde de Francisco fue sellado la noche anterior al funeral en la Basílica de San Pedro, tras ser visitado por unos 250.000 peregrinos.

Posteriormente, tras la misa en la Plaza de San Pedro, su cuerpo fue trasladado a la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, uno de los lugares más queridos por Francisco, donde descansará definitivamente.

Hasta su último día, Jorge Mario Bergoglio, el “papa del pueblo”, demostró que la grandeza espiritual no necesita de símbolos materiales. Su funeral sencillo, su ataúd modesto y su legado de servicio a los pobres quedan como testimonio vivo de un pontificado que puso a Cristo y a los más humildes en el centro de la Iglesia.