Entre rituales, alianzas y toque de queda, llegan los cardenales a Roma
Durante su estadía en la residencia de Santa Marta, entre rituales religiosos y encuentros informales, se perfilan alianzas y estrategias clave para la elección
- Actualizado: 28 de abril de 2025 a las 00:00
Con la vista puesta en uno de los procesos más solemnes y decisivos de la Iglesia Católica, los cardenales de todo el mundo comienzan a llegar al Vaticano para participar en el próximo Cónclave, previsto para el 7 de mayo.
Mientras la Plaza de San Pedro recibe a los fieles y curiosos, dentro de los muros vaticanos ya se perfilan las primeras conversaciones, alianzas discretas y dinámicas que definirán quién será el sucesor del papa Francisco.
Durante estos días previos al Cónclave, los cardenales electores se alojan en la residencia de Santa Marta, un lugar que combina la sobriedad con una rutina intensa. Cada aspecto está cuidadosamente organizado: las habitaciones, por ejemplo, se asignan por sorteo para evitar disputas o privilegios, siguiendo una tradición de igualdad impulsada por el propio Francisco.
Sin embargo, no todo es solemnidad. Anécdotas curiosas colorean el ambiente, como la de un cardenal extranjero que, al invitar a sus colegas a su habitación, vació el minibar creyendo que era gratuito, llevándose luego una inesperada sorpresa en la factura.
Entre misas en la Basílica de San Pedro, congregaciones generales en el Aula Paolo VI y momentos de oración personal, los cardenales también encuentran espacio para socializar en un tono más distendido.
Restaurantes cercanos como La Rustichella o el tradicional Caffè dei Papi se convierten en lugares de encuentro, donde, entre platos de pasta y café, se entretejen conversaciones sobre posibles candidatos y estrategias para alcanzar consensos.
Aunque la imagen pública muestra a los purpurados en actitud contemplativa, la realidad revela un ambiente donde la política eclesiástica se despliega sutilmente.
Como advierten veteranos del proceso, estos encuentros fuera de protocolo son clave: entre cenas discretas y paseos por Roma, los cardenales van calibrando apoyos, intuyendo afinidades y, en muchos casos, cimentando acuerdos que podrían ser decisivos dentro de la Capilla Sixtina.
La vida en Santa Marta está regida por reglas estrictas. Hay toque de queda a las 22:30 horas, momento en que los cardenales deben regresar al Vaticano.
Aquellos que se retrasan, deben pedir permiso a la Guardia Suiza para ingresar, una tradición que busca preservar el recogimiento y la seriedad del momento.
Pequeñas escapadas a heladerías como Latteria Giuliani también dejan escenas insólitas: dos cardenales, que intentaban pasar desapercibidos, terminaron bendiciendo espontáneamente a clientes que los reconocieron, un recordatorio de que, incluso en el anonimato, su misión espiritual permanece visible.
Con las horas contadas para el inicio del Cónclave, Roma se convierte en el escenario de un complejo equilibrio entre ritual, política y fe.
Más allá de los rezos y los gestos solemnes, en los pasillos, restaurantes y cafés, se va dibujando el rostro del futuro líder de la Iglesia Católica.