“El dinero era para su casa”: madre cuenta cómo perdió la inversión de su hijo en Koriun
La desinformación oficial, la falta de un procedimiento claro y el caos en las entregas de documentos agravan la incertidumbre de los inversionistas
- 16 de mayo de 2025 a las 17:42

Rosa María Castellanos, de 63 años, regresó ayer a su comunidad en Santa Bárbara con las manos vacías. Junto a su esposo, pasó tres días en Choloma intentando recuperar el dinero que su hijo les envió desde Estados Unidos y que invirtieron en la empresa Koriun.

La pareja no logró ingresar a las oficinas de la compañía ni recibir respuestas concretas, pero se aferran a una promesa: que el gobierno cumplirá su palabra de asumir la responsabilidad por la estafa.

“Nos hemos quedado porque el dinero es de mi hijo, que lo ahorró trabajando en Estados Unidos, y ahora no sabemos qué hacer”, dijo doña Rosa, visiblemente cansada tras horas de espera bajo el sol.

Su hijo tenía planes de regresar a Honduras, por lo que la pareja decidió invertir el dinero que él enviaba con la esperanza de construir una casa. Hoy, esa ilusión parece desvanecerse. “Él ya me dijo que lo diera por perdido, pero haremos el último intento con la promesa que ha hecho el gobierno”, afirmó con voz resignada.

Como ella, cientos de personas afectadas llegaron ayer a las instalaciones de Koriun en Choloma para presentar documentos: copias de contratos, recibos y cédulas de identidad.

Lo hicieron tras el anuncio de una comitiva mediadora que, ante la ausencia de información oficial, decidió organizar la recepción de papelería. A pesar del caos, no se brindaron detalles formales sobre el proceso de devolución.

La incertidumbre creció luego de que el presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo, declarara que “la presidenta de la República ha dado instrucciones para que las personas afectadas con la pérdida de dinero puedan recuperar sus fondos con recursos públicos”.

Esa afirmación, aunque generó esperanzas, también provocó una nueva aglomeración de personas que creyeron que el pago sería inmediato.

Ante la multitud, la Policía Nacional intervino para mantener el orden, mientras los afectados hacían fila en condiciones precarias.

Sonia Alvarado, exempleada de maquila, comenzó a invertir su dinero a finales de 2023. Parte de sus prestaciones laborales se destinaron a Koriun.

“Solo quiero recuperar mi capital”, dijo. Las supuestas ganancias semanales las utilizaba para mantener a su familia y comprar medicinas para su hijo con discapacidad.

Julio Fúnez, otro socio, expresó que perdió su empleo y vio en Koriun una oportunidad para sobrevivir. “Ahora temo quedarme sin nada”, relató.

Los testimonios coinciden en que Koriun funcionaba sin registros contables formales. Las operaciones comenzaron en una casa de la colonia San Carlos, donde Iván Velásquez, señalado como el principal responsable, captaba dinero en efectivo.

Fue en ese lugar donde la Fiscalía y la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC) incautaron 125 millones de lempiras el pasado 23 de abril.

Según la Comisión Nacional de Bancos y Seguros (CNBS), los listados entregados por Iván Velásquez identifican a más de 13,000 socios entre Choloma, Tocoa y Danlí.

Sin embargo, el organismo advierte que “no se tiene certeza del monto adeudado debido a que no existe confiabilidad en sus sistemas de información”.

Koriun ofrecía rendimientos semanales del 5% sobre el capital invertido. En febrero de este año, su popularidad se disparó, y miles de personas hacían filas para depositar o retirar dinero. El 23 de abril, el Ministerio Público intervino la empresa y decomisó más de 358 millones de lempiras en seis sucursales.

A pesar de la orden de devolución, no hay evidencia de que Iván Velásquez haya entregado los fondos a sus inversionistas.

Hoy, muchos como Rosa María y su esposo regresan a sus hogares sin una fecha clara de cuándo podrían recuperar sus ahorros. Se aferran a contratos, recibos y promesas, mientras esperan que las autoridades definan el mecanismo oficial de reembolso.

En medio del desamparo y el silencio institucional, los afectados guardan un hilo de esperanza. Como Rosa, que, aunque volvió a casa sin dinero, aún confía en que alguien cumplirá la palabra dada.