Una parada obligatoria para los viajeros: las rosquillas en carretera al sur
Viajar por la carretera al sur de Honduras es una experiencia que despierta todos los sentidos. Más allá de los paisajes montañosos que se extienden por kilómetros, hay un aroma irresistible que llama la atención de turistas y viajeros: el olor a rosquillas.
- 17 de abril de 2025 a las 11:08

Esta ruta, que conecta Tegucigalpa con la zona sur del país, es conocida no solo por su belleza natural, sino también por ser un corredor gastronómico donde se mantienen vivas tradiciones culinarias ancestrales con las deliciosas rosquillas.

Las rosquillas, hechas a base de maíz, queso seco y manteca, son un símbolo de identidad cultural. Su preparación sigue métodos heredados por generaciones, lo que les da ese sabor auténtico que tanto disfrutan los visitantes. No hay turista que no se detenga a probarlas, ya sea por curiosidad o por recomendación local.

Las quesadillas hondureñas, por su parte, son otro deleite tradicional. Este pan dulce de textura suave y sabor a queso es una delicia que se acompaña perfectamente con una taza de café caliente. Muchos viajeros incluso se llevan paquetes para compartir con sus familiares al regresar a casa.

Las tustacas, quizás menos conocidas fuera del país, son una joya escondida de la gastronomía local. Crujientes y sabrosas, hechas a base de maíz, manteca y a veces con un toque de anís, son ideales para un tentempié durante el viaje. Los vendedores suelen ofrecerlas en envoltorios sencillos, pero con gran sabor.

A lo largo de la carretera, especialmente en zonas como Pespire y San Antonio de Flores, se han instalado puestos familiares que han hecho de la venta de estos productos su principal sustento.

El turismo ha sido clave para impulsar estas ventas. Gracias a la afluencia de visitantes nacionales y extranjeros, la economía local ha encontrado un respiro.

Muchos de estos puestos aprovechan los fines de semana y temporadas festivas para ampliar su oferta, incluyendo café de palo, jugos naturales, y dulces típicos como las melcochas y los coyoles en miel.

El atractivo no está solo en los productos, sino en el ambiente. La calidez de quienes atienden, la conversación entre viajeros, y el paisaje que rodea estos negocios hacen de la compra una experiencia auténtica y memorable.


La venta de rosquillas, quesadillas y tustacas en la carretera al sur de Honduras es mucho más que una tradición: es un motor de desarrollo local, una carta de presentación del país, y una forma de mostrarle al mundo que el sabor de Honduras está en sus raíces, su gente y su hospitalidad.