Desde que era pequeño, Luis Fernando Bonilla se quedaba embelesado escuchando a su abuelo interpretar canciones con la guitarra, y a los seis años dejó de ver para aprender. Así fue su experiencia inicial con la guitarra, en el seno de su familia y teniendo como maestros a su abuelo Rodolfo y a su papá Luis Fernando.
Ahora, el joven de 16 años de edad cursa su tercer año en la Escuela Nacional de Música (ENM), donde ha ampliado su conocimiento y mejorado su interpretación con la guitarra. Nuestro entrevistado participó en noviembre de 2013 en el Primer Concurso Nacional de Guitarra Clásica, organizado por el Banco Central de Honduras, donde, además de ganarse el segundo lugar, obtuvo el premio como Mejor interpretación de música hondureña.
Luis Fernando aspira a estudiar fuera de Honduras, cuando salga de la escuela quiere aprender a tocar el violonchelo y, una vez que esté más preparado, desea hacer sus propias composiciones, así como su abuelo.
Este talento hondureño, apasionado por la música clásica, tiene muchas aspiraciones y, mientras llega el tiempo de cumplirlas, seguirá estudiando y buscando la excelencia como guitarrista. “En un futuro, dentro de 30 años, no me miro haciendo otra cosa que dando conciertos, si Dios lo permite, en Europa; es mi sueño”.
La guitarra, ¿una pasión que viene desde pequeño?
Quiero poner primeramente a Dios para seguir adelante, dedicarle mi música a Él, después a mi familia por todo el esfuerzo y apoyo. Me encantaría estudiar en Italia; regresar aquí y poder ser un buen maestro”.
¿Entonces su abuelo y su papá fueron sus primeros maestros?
Mis primeras clases las tuve con mi abuelo Rodolfo Bonilla y mi papá Luis Fernando Bonilla. Mi abuelo y un señor que ya murió me hicieron mi primera guitarra, que es la que uso para estudiar y con esa fui aprendiendo cancioncitas, y eso me emocionaba. Ellos son mis héroes, mi abuelo fue uno de los fundadores de Voces Universitarias. Para mí era increíble que fuera mi abuelo mi maestro; todavía me enseña cositas, tocamos juntos, y es muy bonito que ellos sean parte de mi motivación.
¿Desde temprana edad supo que quería dedicarse a la música?
Cuando tenía 12 años no sabía qué estudiar, no me atraía nada y la música la miraba como algo que ya era parte de mi vida, pero no como algo a lo que me quería dedicar. Y entré en una etapa de no querer estudiar música, solo tocar guitarra y ya; no me quería dedicar a esto, pero tampoco me atraía otra cosa.
¿Y cuándo decidió entrar a la ENM?
Cuando tenía 14 años, y poco a poco me fue gustando más, tuve el apoyo de mi familia, todo lo que necesité se me dio, y comencé a estudiar más, hasta el punto de darme cuenta que de esto quiero vivir, a esto me quiero dedicar porque es lo que me gusta, lo que yo quiero.
¿Cómo ha sido su crecimiento y su relación con la música y, especialmente, la guitarra?
Desde que entré no tenía muchos conocimientos sobre música y compositores, empecé a conocer lo bonito que es, a experimentar emociones y sentimientos al escuchar una pieza tanto de guitarra como transcripciones de guitarra. Y comencé a estudiar más y me apegué tanto hasta el punto de que esa era mi vida, todos los días estar escuchando, estudiando, buscando la excelencia en mi instrumento. Empecé a sentirme identificado con la mayor parte de música que escuchaba, y con la guitarra empecé a buscar, a tocar y sentir; porque no solo es ejecutar, es sentir e interpretar, quiero vivir los sentimientos que el compositor sintió cuando estaba haciendo esa pieza.
¿Cómo fue la experiencia de participar en el Primer Concurso Nacional de Guitarra Clásica?
Al principio me sentí desmotivado porque sabía con qué tipo de guitarristas iba a competir. Le pedí consejo a mi abuelo y estudiaba mucho, hasta que llegué al punto de pensar que no iba a competir sino a aprender y eso controló mis nervios. Al final gané el segundo lugar y el premio al Mejor intérprete de música hondureña. Después fue gratificante estar tranquilo y saber que el esfuerzo valió la pena.