Sin ganas, sin hambre y sobre todo sin ideas, el Vida no hizo prácticamente nada por intentar pescar el último boleto a la fiesta grande y sucumbió 0-1 en su casa ante un alternativo Marathón que ratificó la tercera plaza.
El “fuimos una decepción” de Ramón Maradiaga tras el final del partido y la expulsión por reclamos de Raúl Santos sobre en el epílogo del desafío fueron la mejor definición de un equipo Rojo que fue una auténtica lágrima en el Municipal Ceibeño.
Aunque los Rojos llegaban sabiendo que cualquier ilusión de liguilla pasaba por un triunfo ante Marathón, los 94 partidos que pitó Raúl Castro se jugaron en el terreno en el que buscó el entrenador Jairo Ríos: Vida queriendo atacar sin claridad y el Monstruo esperando agazapado para asechar a su presa. Y así clavó el mordisco que sentenció la obra.
A la ley de Vega...
Con la espina de un mano a mano que le había tapado el meta Ricardo Canales, Diego Reyes le robó la cartera a un despistado Bryan Castro, se la entregó a un Emil Martínez que pasó al callejón para que un destapado Marco Tulio Vega pusiera de cajón y firmar el 1-0 (21).
Primer y único golpe que definió el partido porque de ahí todo deambuló entre la cercanía del segundo gol verdolaga (como el mano de Emil Martínez al 26) y los múltiples intentos fallidos de los Cocoteros.
Chestyn Onofre se atragantó la primera con un cabezazo al vertical derecho que recaló en las manos de Denovan Torres (26), el tubo besó un bombazo de Marcelo Canales (31), el meta Torres le quitó un gol cantado al Satanás Roberto Riascos (35) y entre el aire ceibeño se espumaron las ilusiones de un Rojo que no tuvo arrestos ni ambición.
