Living Joconde es el nombre de la imagen interactiva en la que la Mona Lisa de Leonardo da Vinci cobra vida.
La versión interactiva de La Gioconda, que incluso podrá llevarse en collares, es el resultado de la colaboración con la marca Mathon, que concibió un prototipo de “joya conectada” en forma de camafeo representando a la Mona Lisa animada.
Para lograr la Living Joconde, un equipo de expertos creó una versión digital de la Gioconda, dándole a la modelo más famosa de Leonardo da Vinci una inteligencia artificial que le permite interactuar con su entorno.
El célebre cuadro del siglo XVI está adaptado digitalmente a su talla real. La Mona Lisa mira de izquierda a derecha, luego cierra los ojos, sonríe o hace un mohín, en función de lo que sucede alrededor.
La idea es “compartir con la Gioconda una relación íntima (...) como si fuera un ser querido”, para que cada uno pueda “apropiarse” de esta “poderosa” figura del arte, explicó Florent Aziosmanoff, líder del proyecto.
Cómo funciona
Los expertos explicaron que esta nueva versión digital funciona gracias a un Kinect, un periférico que es utilizado en videojuegos, que capta los movimientos e imágenes.
Para lograr esa imagen interactiva de Mona Lisa, que puede verse en YouTube se necesitó un equipo de 40 personas y un año de trabajos en Francia.
Según Aziosmanoff, no se trata de inventar “otra Gioconda”, sino de perpetuar el “living art” iniciado por el gran pintor fiorentino: “La Gioconda está considerada el primer cuadro que logra dar vida a una persona ante el espectador”.
Desde el cuadro hasta la joya, la “Living Joconde” podría ser comercializada en varias versiones. Así, podrá llevarse colgada del cuello. En colaboración con la marca Mathon, se acaba de concebir un prototipo de “joya conectada” en forma de camafeo representando a la Mona Lisa animada.
La joya de fantasía costará unos 100 euros, y las versiones más desarrolladas, “varios centenares de miles de euros”.
Y para quienes ya no puedan vivir sin ella, se está trabajando en una aplicación móvil. “Se podrá incluso enviarle mensajes de texto”, afirma Aziosmanoff.
Pese a todo, el creador del proyecto advierte de que la Gioconda interactiva no tendrá nada que ver con un Tamagotchi, unos pequeños animales virtuales muy populares hace unos años y cuyos propietarios debían cuidarlos.
En el Tamagotchi, hay que “alimentar al animal, comprobar que esté bien... Lo que yo propongo es una Gioconda que tenga su independencia y su sutileza”, detalló.
El origen
La fascinación y el poder que tiene sobre la mirada del espectador obstaculizan un análisis objetivo de la Mona Lisa, la obra cumbre de Da Vinci, convertida en ícono de la cultura del mundo moderno y contemporáneo.
En la Gioconda se conjugan todas las características de la pintura de Leonardo: el empleo del sfumato, esa técnica que difumina suavemente los rasgos hasta hacer indefinibles los contornos; el hermoso paisaje del fondo, agreste, salvaje y de un matizado tono azul que lo hace desaparecer en un degradado invisible; la ambigüedad del rostro, la indefinición sexual que la hace parecer una mujer, un adolescente...
Leonardo retuvo consigo el retrato hasta su muerte, no dejó de trabajar en él y, jamás se lo entregó a su cliente. De sus manos pasó a la colección real de Francia y hoy puede verse en el Museo del Louvre, protegida por un panel blindado y envuelta en un remolino de turistas que la fotografían sin cesar.
Pero eso no evita que se continúen tejiendo los mitos a su alrededor.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Bamberg, Alemania, descubrió un secreto muy bien guardado de la famosa pintura.
Luego de observar la copia recién restaurada de La Gioconda alojada en el Museo del Prado en España y compararla con el ejemplar del Museo de Louvre (Francia), descubrieron que los fondos de esta famosa pintura del Renacimiento de comienzos del siglo XVI, fueron pintados utilizando la técnica de la esterografía (una técnica utilizada para representar objetos tridimensionales en un plano por medio de sus proyecciones), siendo ambos cuadros las dos mitades de una misma imagen 3D, pero cada una de ellas mostrando una perspectiva distinta de la mujer protagonista.
La investigación revela además que el fondo de ambos cuadros es falso, más bien parece colocado en el estudio de da Vinci.
Y que la Mona Lisa de El Prado, fue posiblemente pintada por un discípulo o seguidor del artista en el momento mismo que el original.