Editorial

Puntual advertencia

El 2 del corriente, el presidente Biden se dirigió a sus compatriotas advirtiéndoles de los crecientes peligros que acechan al sistema democrático representativo de su país. Si bien se refirió a la cada vez mayor polarización interna en Estados Unidos, los conceptos de su conceptuoso discurso son aplicables a cualquier otra nación. Algunas ideas de tal mensaje son estas: “La democracia significa el gobierno del pueblo, no el gobierno de monarcas o pudientes, sino el gobierno del pueblo.

La autocracia es lo opuesto de la democracia, ya que significa el gobierno de uno, una persona, un interés, una ideología, un partido (...). Las vidas de billones de personas (...) han sido moldeadas por la batalla entre estas dos fuerzas competidoras, entre las aspiraciones de los muchos y la codicia y poder de los pocos, entre el derecho del pueblo por su autodeterminación y el autócrata centrado en sí mismo, entre los sueños de una democracia y los apetitos de una autocracia.

La Historia y el sentido común nos dicen que la libertad, la oportunidad y la justicia prosperan en una democracia, no en una autocracia”. Es evidente que existen crecientes frustraciones e inseguridades colectivas provocadas por la enorme desigualdad socioeconómica, por la cada vez mayor concentración de la riqueza en élites indiferentes al bien común, sentimientos que son instrumentalizados por políticos demagogos, inescrupulosos con el fin de alcanzar sus objetivos individuales y clasistas.

Entre las múltiples acechanzas contemporáneas que socavan la democracia están: los extremismos y fundamentalismos ideológicos, la violencia política, la corrupción e impunidad, la xenofobia, la censura a la libertad de información, la secretividad, la intimidación, la incitación al odio, el racismo, la desinformación y el autoritarismo. Formidables retos a la estabilidad y convivencia pacífica que requieren de un periódico autoexamen crítico por parte de gobernantes y gobernados.