Editorial

Igualdad y estadidad

Un nuevo ciclo de violencia y destrucción ha enfrentado a palestinos e israelíes de manera desproporcionada ya que mientras Israel cuenta con formidable arsenal bélico que incluye armas de destrucción masiva, los palestinos recurren a cohetes artesanales y piedras para repeler los masivos ataques por tierra, aire y mar lanzados por el adversario, que junto a Egipto mantienen permanente bloqueo a las rutas de acceso a Gaza. Esta vez el saldo mortal cobró al menos 230 palestinos muertos, incluyendo más de sesenta niños. ¿Daño colateral?

El jefe de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, Philippe Lazzarini, declaró: “No debemos limitarnos a adoptar un enfoque de reconstrucción... debemos tener un enfoque más amplio centrado en el desarrollo humano. Eso quiere decir que debe ir acompañado de un proceso político real”, lo que significa abordar las raíces del conflicto que data desde 1948: la devolución de la totalidad de los territorios ocupados por el Estado hebreo a sus legítimos propietarios, reconociendo el derecho del pueblo palestino a su autodeterminación, fundando su propio estado soberano con Jerusalén oriental
como capital.

Esta vez los enfrentamientos no quedaron confinados a Gaza, estrecha franja en donde precariamente sobreviven dos millones de palestinos, extendiéndose a Jerusalén y los territorios ocupados desde 1967 en la margen occidental del Jordán, lo que revela cuán profundo y generalizado es el descontento y repudio palestino hacia la ocupación hebrea de sus territorios.

En tanto Israel continúe con el sistemático despojo de lo que aún queda de la Palestina original y viole cotidianamente los derechos humanos de sus habitantes, crecerá cada vez más la gravedad y peligrosidad de este histórico enfrentamiento, con implicaciones para la estabilidad regional y mundial.