Editorial

Fortalecer la independencia día a día

Para tal propósito, deben contribuir la totalidad de sus hijas e hijos, cada quien aportando esfuerzos, intelectos, voluntades. De no hacerlo, la emancipación alcanzada por nuestros próceres -padres fundacionales de la Patria Grande- el 15 de septiembre de 1821 y ratificada el 1 de julio de 1823, se va borrando hasta extinguirse, con ello desapareciendo nuestro sentido de identidad -regional y nacional- y pertenencia a la “cintura de América”.

De por medio está nuestra soberanía y autodeterminación, forjadas por las sucesivas generaciones, con altibajos y caídas, pero con una permanente aspiración para que las palabras “Libre, Soberana, Independiente”, permanezcan por siempre como principios eternos, si es que no queremos desaparecer absorbidos por quienes pretenden hacer retroceder el reloj de la historia.

Tenemos una deuda permanente de gratitud con quienes dieron lo mejor de sí, arriesgando vidas y propiedades en el proceso, para romper las cadenas tricentenarias que nos ataban al imperio de allende el océano. Ya don José Cecilio del Valle nos excitaba a la forja independentista con estas palabras: “Si queremos que Centroamérica, nuestra digna Patria, sea una nación independiente, libre y feliz, es necesario que hagamos todos los sacrificios que exige la independencia”. Y Francisco Morazán escribió, dirigiéndose a los enemigos de la ruptura del vínculo colonial: “Porque en el mismo tiempo hacíamos resonar el grito de Independencia en todo el Reino de Guatemala. Todo aquel que tenía un corazón americano se sintió entonces electrizado con el sagrado fuego de la libertad”.

Paralelo a los festejos escolares y colegiales, debemos estudiar y valorar aquellas efemérides construidas a base de patriotismo, sudor y lágrimas cuando nuestros antepasados decidieron ingresar a una nueva e inédita etapa histórica, con los riesgos e incertidumbres que implicaba.