Editorial

Esperanzas

Llega un nuevo año y con ello los hondureños renuevan sus esperanzas de que este nuevo ciclo de la vida sea mejor del que se fue. La esperanza es lo último que se pierde, dice el dicho popular.

Esperanza de que las metas personales puedan concretarse y que el país que nos vio nacer, que su clase política, su dirigencia, actúe en consonancia y trabaje en buscar respuestas a los problemas históricos que abaten y golpean a la población.

Esperanzas de que acabe el divisionismo, la polarización y los enfrentamientos que desafortunadamente marcaron el año recién concluido.

Esperanzas de que la violencia y la delincuencia den paso a la convivencia pacífica, a la paz; que la corrupción y la impunidad sean por fin enfrentadas por la CICIH y que la honestidad, el rendimiento de cuentas, la transparencia de cuentas, comiencen a ser parte de la agenda diaria de nuestro país; de que se respete la vida de las mujeres y se castigue a los homicidas.

Esperanzas que por fin se establezca una política de seguridad ciudadana que permita a los hondureños salir de sus casas sin el temor de que en la calle serán víctimas de los delincuentes.

Esperanzas de que se sienten las bases para enfrentar el flagelo del desempleo y se impulsen las políticas necesarias para crear esas oportunidades que demandan los jóvenes, la población económicamente activa.

Esperanzas en un sistema educativo de alta calidad, que forme a los y las hondureñas que tendrán en el futuro cercano la responsabilidad de dirigir las riendas del país y, lo más importante, les entregue las herramientas para desarrollar una vida plena en la tierra que les vio nacer y les cierre las puertas para migrar a otros países en busca de esas oportunidades.

Esperanzas en un sistema de salud que atienda dignamente a quienes demandan sus servicios.

Esperanzas en que el diálogo con todos los sectores sociales, sin distingos de ninguna clase, marcará el accionar entre gobernantes y gobernados.

Esperanzas que este será un año mucho mejor del que se fue.