EL HERALDO está nuevamente marcando historia en el periodismo nacional al presentar a sus lectores una serie de reportajes sobre el drama que viven miles de ciudadanos hondureños en su largo camino en busca del “sueño americano”, mismo que se está desvaneciendo en la frontera sur entre México y los Estados Unidos. El equipo periodístico ha conocido la dolorosa historia de decenas de compatriotas que salieron de sus hogares con unas pocas pertenencias en su mochila, sin dinero en las bolsas de sus pantalones, pero sí con la fe puesta en que Dios les llevaría con bien a cumplir sus sueños.
Ellos se están enfrentando ahora a las nuevas disposiciones de los gobiernos de Donald Trump y de Andrés Manuel López Obrador para detener el éxodo de migrantes centroamericanos a las tierras del “Tío Sam”.
Al llegar a Ciudad Juárez acuden al Consejo Estatal de Población a solicitar una cita para ingresar al territorio estadounidense para pedir asilo. Si su historia es creíble, obtendrán una cita con un juez. Los que tengan suerte la recibirán para dentro de dos meses, y los que no, para un año, después de lo cual deberán regresar obligatoriamente a las calles de Juárez, donde les espera un albergue, la calle o un puente para dormir.
Mientras los migrantes se enfrentan a esta cruda realidad, en Honduras miles de sus compatriotas siguen soñando con iniciar la travesía, y las autoridades parecen relajadas y hacen esperar un paquete de proyectos para atender las necesidades de los ciudadanos en sus comunidades
de origen.
Porque está claro que mientras los gobiernos no asuman su responsabilidad de abrir en su país las oportunidades que demandan sus ciudadanos, estos seguirán soñando con mejorar las condiciones de vida propias y de sus familias fuera de las fronteras, pero principalmente en los Estados Unidos. Los gobiernos están obligados a actuar rápidamente para evitar que más hondureños y hondureñas sigan exponiendo sus vidas en busca de mejores condiciones de vida, las que bien pueden tener en la patria que les vio nacer.