Editorial

Desgaste del bipartidismo

No solamente en nuestro país, también en los vecinos ha ocurrido tal fenómeno, ello debido a diversas causas que se resumen en el anquilosamiento, el desgaste por el ejercicio prolongado del poder sin ofrecer a sus compatriotas perspectivas de mejora en sus vidas cotidianas en el corto y mediano plazo, en circunstancias en que el costo de vida aumenta crecientemente, en tanto las oportunidades de avance socioeconómico se tornan cada vez más limitadas, con entornos en que la violencia y la inseguridad se vuelven cotidianas sin que los cuerpos de seguridad sean capaces de poder garantizar la integridad física y los bienes materiales de la población. Adicionalmente, tanto sus respectivos principios doctrinarios como sus dirigencias integradas por clanes familiares no se renuevan, ejerciendo un férreo control que no permite el acceso de militantes de las nuevas generaciones a cargos de responsabilidad, portadores de nuevas ideas e iniciativas.

Tanto en El Salvador como en Costa Rica, este hecho ha ocurrido en los últimos años. En el primero, el duopolio electoral ejercido por Arena y el FMLN, que se alternaron la presidencia a partir de 1992 hasta el 2019, en que un partido emergente, GANA, venció con mayoría absoluta.

En la segunda, Liberación Nacional (social demócrata) y Unidad Social Cristiana, se turnaron en el poder desde 1953 hasta 1998. A partir de esta fecha se han fundado otros: PAC, PUSC, PRN y PIN.

La emergencia y consolidación de nuevos partidos políticos es un hecho positivo, por cuanto permite a la ciudadanía optar por distintas alternativas, siempre y cuando no alcance los niveles de proliferación y fragmentación que ocurren en Guatemala, en donde en treinta años de elecciones se han formado más de cincuenta partidos políticos, de los cuales treinta y ocho han desaparecido.