Editorial

Blanca Vargas

Es el nombre de la joven hondureña a quien dos delincuentes asaltaron y asesinaron la noche del pasado viernes en una gasolinera de Campamento, Olancho, en la que ella laboraba. Los desconocidos, que se transportaban en una motocicleta, llegaron al local como clientes y, según se ve en un video que circula en las redes sociales, le dispararon a la joven momentos después de haberle despojado a ella y a otra de sus compañeras del dinero que portaban producto de las ventas. Sin más causa que la de hacer daño a su víctima indefensa, uno de los hombres disparó a Vargas, quien murió casi al instante.

Este hecho ha causado indignación en la ciudadanía, principalmente por el alto grado de impunidad que generalmente rodean este tipo de hechos delictivos.

En esta ocasión, se aplaude la agilidad de las autoridades policiales que horas después del suceso han anunciado la captura de al menos uno de los sospechosos, el que se espera sea juzgado con todo el peso de la ley una vez sea presentado a los tribunales competentes.

La impunidad en este y en centenares de casos más que ocurren a lo largo y ancho del país no puede seguir prevaleciendo, porque cuando los delincuentes no son debidamente procesados en los tribunales competentes crece la desconfianza ciudadana en sus sistemas de seguridad e impartición de justicia, sin dejar de lado que los delincuentes se sienten envalentonados para seguir cometiendo sus fechorías porque creen que el brazo de la justicia nunca les alcanzará.

La lucha contra la impunidad es un tema pendiente, no solo de este gobierno, sino que de todos aquellos que por acción u omisión han dejado que este tipo de hechos crezcan hasta llevarnos a ocupar la deshonrosa lista de los países más violentos del mundo.

Queda confiar que pronto las autoridades encontrarán y detendrán al segundo implicado en el asesinato de Blanca. Este crimen y todos los que ocurren en la nación no pueden seguir quedando impunes.