Editorial

Mirando hacia adelante

La próxima administración que asumirá los destinos nacionales durante este cuatrienio debe, simultáneamente, estar compenetrada de la dramática y compleja realidad a la que debe enfrentarse para tratar de enmendarla y, adicionalmente, aprender las lecciones acumuladas del pasado, mismas que no pueden ni deben ser ignoradas, so pena de repetirlas: abuso de poder, secretividad, saqueo de fondos públicos en total impunidad, concentración de poderes y atribuciones en el Ejecutivo, a expensas del Legislativo y Judicial, entre otros. Este oneroso legado implica la adopción de adecuados y suficientes correctivos para no incurrir nuevamente en el quebrantamiento de normas constitucionales vulneradas.

El Informe de Desarrollo Humano 2021, a divulgarse próximamente por el PNUD, revela que casi 67% de los hogares viven en pobreza, el 20% de compatriotas con mayores ingresos posee el 52% del PIB en tanto el 20% más pobre percibe solamente el 3%. Honduras, junto con Colombia y Brasil, se sitúa entre los tres países latinoamericanos con mayores grados de desigualdad socioeconómica, condición inaceptable por inhumana e intolerable. Adicionalmente, siete de cada 10 compatriotas en edad de trabajar encuentran problemas de empleo, siete de cada 10 hondureños están en situación de pobreza. El endeudamiento público representa alrededor del 60% del PIB, el servicio de la deuda absorbe alrededor del 50% de los ingresos tributarios.

El crecimiento demográfico refuerza un sentido de urgencia: entre más tiempo transcurra sin atender estas realidades, más difícil y costoso se tornará intentar resolverlas, así sea parcialmente, combinando capacidad ejecutiva con honestidad acrisolada, involucrando activamente a la población para que dejen atrás la tradicional exclusión y sean actores en la forja de su destino. En síntesis, iniciar la transición de una democracia electoral a una participativa.