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Vejez, recuerdo del alma

Cuando los zapatos aprietan porque creíste que si los usabas como un adolescente te verías juvenil, ¡cuánta falacia! Porque ahora te han salido callos que son insoportables en mi renco andar. Y, es que la vejez consiste en no mirar atrás porque el camino de nuestro destino se acorta con cada paso que a diario damos.

Hemos recorrido distancias que el horizonte se nos hace más cercano y queremos tocar la estrella rutilante que sale a diario y la luna argenta que nos invita nuevamente a danzar bajo su luz. Y el frío que se siente aunque haya calor es un recordatorio que el termómetro está fallando y lo peor es que no hay repuesto, solo te tienes que poner una chaqueta y resolverás tu problema. Y es que la madurez consiste en depositar la energía que se nos dio para avanzar con denuedo, resolver las cosas de forma rápidamente, saltar mil metros de un solo brinco o nadar como un delfín, esa energía también la encausaste en dar formación a tus hijos, a cultivar un hogar, amar a tu compañera que ha recorrido desde muchos años el camino puesto delante y es que ella, la que con sus manos llenas de ternura y su corazón rebosante de felicidad toma tu mano para llegar al final, ella estará contigo. Porque los niños crecieron y volaron a nuevos cielos, horizontes, mundos, experiencias que por sí no se compran, hay que vivirlas para que forjen su carácter, den sentido a sus vidas y comprendan que el mundo, aunque sea rosa, esta tiene espinas y que a veces pinchan suave o a veces profundamente que hacen que el corazón llore sangre y el dolor sea insoportable.

¿Quejarse? Para qué, si los achaques son suficientes para escribir un libro de ellos, es mejor ver siempre el lado positivo que todo lo negativo te dio, era una experiencia a la cual se debe dar gracias para entender que el mundo no solo tiene caminos rectos, los tiene con cuestas, abismos, arroyos, senderos que te llevarán a bosques encantados o a torbellinos de vientos asoladores de seres humanos. Aprende. No te sientas apenado por las canas, son dignificantes, representan sabiduría, comprensión para los inexpertos que a diario llegan a pedir un consejo, un consuelo, una mano amiga extendida en esos momentos que tanto se necesitan. Péinalas, hazte un bonito corte y que brillen debajo de helios y vean tu aura que brilla desde lo profundo del espíritu.

Haz caminado por el camino de la vida, la estela que has dejado es enorme, el ritmo de la olas ha movido barcazas encalladas y las olas han llegado a las playas de arena blancas para que sean gozadas por los demás. Eres un lucero que ha brillado a diario, eres como el manantial que da sus aguas cristalinas y refrescantes. Si te sentiste como un desierto lleno de arenas doradas por el sol y danzantes con las brisas de levante debiste de recordar que en él hay oasis llenos de agua, verdor y deliciosos dátiles que tiene sus palmeras danzantes...

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