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Qué brutos

BBC News ha publicado un artículo (“John Wycliffe: historia del hombre torturado tras de muerto por traducir la Biblia”) que recuerda -como acostumbra ese medio- las conductas absurdas de las religiones, en particular la católica, por su longeva historia, y que hacen reflexionar si -a pesar de la ciencia y avances de la civilización- quizás vivimos lo mismo.

Cuenta el articulista:“Cuando fue condenado a muerte a inicios del siglo XV, John Wycliffe pudo pensar que, por suerte, llevaba 20 años muerto. Pero si hubiera escuchado la sentencia nunca hubiera imaginado que 20 años después lo sacarían de su tumba, quemarían sus restos y lanzarían sus cenizas al río Swift, centro de Inglaterra. Y eso fue lo que pasó a este filósofo y teólogo inglés de la época medieval a quien se reconoce haber instigado la primera traducción de la Biblia del latín al inglés, algo entonces prohibido por la Iglesia.

Esa traducción, hoy conocida como Biblia Wycliffe, fue uno de los muchos cuestionamientos que él formuló contra el modus operandi de la iglesia católica, ideas que inspiraron un movimiento de disidencia considerado hereje y que sentó las bases de la reforma o revolución protestante un siglo tras su muerte”.

La inicial deducción sobre esta cita es concordar en que los credos absolutos, los que alegan estar inspirados por un dios, son siempre autoritarios y represivos, haciendo una política suya supuestamente sagrada la inviolabilidad de la “palabra” religiosa.

Con excepción del budismo (que no es religión) milenariamente es así. No puedes discutir las “escrituras” o textos fundamentales pues “provienen de dios”, cuando ya sabemos que Mahoma, ejemplo, escribió el Corán tras varios episodios de alucinación o que los judíos copiaron en Viejo Testamento cien historias, cuentos y anécdotas de creencias previas, particularmente del zoroastrismo.

Historias que el creyente moderno acepta y repite cual ciertas.Wycliffe criticaba la riqueza del obispado, contrastante con la ética de Cristo y la pobreza real, por lo cual buscó traducir el texto y que los fieles vieran lo que él dedujo, como hicieron sus alumnos lolardos, a los que el Concilio de Constanza (1414), cuando en la iglesia peleaban tres papas, ordenó perseguir, e igual quemar vivo a su seguidor, el teólogo checo Jan Hus. Y aunque Wycliffe había muerto dos décadas antes, el furor religioso, el vandalismo ideológico, la estupidez dogmática, la creencia ultraconservadora y la superstición disfrazada de mensaje celestial -como prosigue hoy- lo declararon hereje y exhumaron sus restos, los carbonizaron y echaron al río, cosa acontecida en 1428.

Las personas de mayor cultura, incluso jóvenes, se alejan de tales modos brutales de concepción de la divinidad y separan drásticamente lo que son su fe y la estructura burocrática oficial (clero, pastorado). La primera es una escogencia personal íntima, la segunda es una armazón humana usualmente interesada en el comercio y en el lucro más que la salvación.

Y es casi matemático, además, que entre más ignorante es un pueblo más acérrimo es su arraigo con la religión y más conservadora o derechista su percepción de mundo, imposibilitándolo, o retardándolo, para el progreso y la civilización... Qué triste.