Columnistas

Previsibles predicciones para un 2023 confuso (1/2)

La guerra de Ucrania, la crisis británica agudizada por una irresponsable Brexit, el auge del populismo en todo el mundo, la larga e inesperada pandemia, la deriva autoritaria de Rusia, Turquía y China y el auge de la India, junto otros elementos no tan inesperados, vuelven a mostrar al mundo que atravesamos un periodo difícil nada vaticinable.

1. El Reino Unido entrará en una grave crisis. No es que el Reino Unido vaya a entrar en crisis, es que ya lo está desde hace años.

2. La política vuelve a ocupar su lugar frente a los mercados.

La pandemia, que realmente casi nos ocupó durante tres largos años destinando ingentes recursos contra la misma en todos los países, puso al Estado nuevamente en el centro de la política, es decir, le devolvió su protagonismo, tanto en países capitalistas, como los Estados Unidos, como socialistas, como fue el caso de China, y sin la intervención del mismo hubiera sido imposible volver a la normalidad.

3. La pandemia aceleró la desigualdad a nivel global. Es evidente, como señalaba la ONG Oxfam, que con la pandemia se incrementó, aún más, la desigualdad social, tanto entre los distintos países, alimentando la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados, como en términos de clase en el interior de los mismos.

4. La crisis de Ucrania vino para quedarse. Rusia pensaba que la guerra de Ucrania sería un paseo militar y que en unos días sus tropas estarían en Kiev imponiendo la pax rusa, pero la numantina resistencia ucrania, el rechazo de Occidente a su intervención y la condena casi unánime del mundo a la misma, junto a sus deficiencias propias, se les atravesaron por medio.

Ahora, envuelta en un conflicto que es un auténtico laberinto sin fin y atizado por los países europeos que no dejan de armar a los ucranianos, Rusia, si el conflicto se convierte en una guerra de desgaste, podría entrar en uno de los periodos más inciertos y críticos de su historia. Esta guerra va para largo.

5. El desprestigio de las élites se acrecienta a nivel global. La crisis de la pandemia, y su más que deficiente gestión en términos de salud y desigualdad social, está pasando su precio y los efectos ya se están empezando a notar.

6. El populismo sigue teniendo éxito en la izquierda y la derecha. Solamente hay que ver lo que ha sucedido en Europa, los Estados Unidos y América Latina en los últimos años. Los dos casos más clásicos son Podemos de España y Hermanos de Italia, que han alcanzado notables éxitos y llegado al gobierno, rompiendo los equilibrios dentro de nuestros sistemas políticos. Por no hablar de candidatos apologéticos que, en todos los continentes y latitudes, tienen éxito, siendo los casos más paradigmáticos los de Trump, Bolsonaro y el mexicano AMLO, todos ellos, por cierto, negacionistas de la pandemia y contagiados después de covid-19.

7. América Latina no levanta cabeza. Este continente sigue sin encontrar su camino y consolidar un proyecto de integración sólido -y no ideológico- que le permita ejercer un cierto liderazgo, encauzar un proyecto global y jugar en la escena internacional como un actor de verdadero peso con una estrategia común y un proyecto concluso. Diluidos en caudillismos seculares, una corrupción galopante, una desigualdad social estructural, un crecimiento económico mediocre y un populismo que enfanga toda la política, el continente latinoamericano parece no tener arreglo.