Columnistas

Pobre indio

En tiempos coloniales Guatemala comerciaba sobre caminos transitables sólo a costa del sacrificio de contingentes de indígenas usados como “indios cargueros”. A fines del siglo XVI una de sus rutas llevaba a México por la costa, o bien de Puebla se desviaba a Veracruz cuando transportaba mercaderías para España. La primera era preferida porque tenía pueblos indígenas a los que forzaban a dar alojamiento, víveres y bestias sin pagarles un centavo. El abasto de alimentos era obligado para los indígenas del Valle Central, quienes igual debían fabricar artesanías y ser fuerza de tracción. Al oriente la élite aprovechó las obligaciones laborales del repartimiento para obligar a las comunidades indígenas a entregar bienes de consumo y textiles.

En 1680 los españoles acaudalados disponían de trapiches para caña. “Las bebidas alcohólicas fueron rubro importante ya que la élite criollo-española desde el principio propagó su consumo intensivo entre la población indígena a fin de expoliarla más fácilmente; con su degradación humana a través del alcohol se aceleraba su dependencia laboral. Era prohibido por reales cédulas, pero en ingenios y trapiches se acostumbraba pagar al indígena su jornal con bebidas como el guarapo”.

Los tres ingenios de los Dominicos estaban equipados con “casas” de molienda, calderas y sala de “purgar”, más prensas para exprimir el jugo de caña y 20 esclavos negros supervisados por capataces y un esclavo “maestro” del azúcar. La fuerza laboral permanente del ingenio era de 119 esclavos, 79 mulatos, mestizos “libres” e indios “meseros”. Tenían igual seis caballerías que daban 150 fanegas de trigo al año, lo que les generaba derecho para recibir 97 indígenas por semana a bajísimo costo.

En el ingenio de los jesuitas laboraban 220 indígenas de repartimiento. Los Arrivillaga eran grandes cultivadores de trigo en el Valle Central, para lo cual recibían por semana 92 indígenas, mientras que la finca de trigo de Magdalena de Aguilar y la Cueva sembraba 57 fanegas con una fuerza laboral de 60 obligados indígenas. Los colonos usurparon la tierra ajena inventando donaciones del Ayuntamiento. Un informe de 1651 cita 80 pueblos en la región central chapina “pertenecientes a Vuestra Magestad como a encomenderos particulares...”. A fines de ese siglo Fuentes y Guzmán refiere que 70,000 indígenas tributaban al rey.

El repartimiento mandaba distribuir “cierto número de trabajadores entre los españoles”, según sus haciendas, para cultura de tierras y conducir mulas y ayudarles en lo que necesitasen en sus ocupaciones”. El indígena resistió siempre al trabajo semiesclavo. Cuando tenía tierras propias sobrevivió entre altos índices de miseria. Evadió el duro trabajo de la hacienda española fugándose a sitios fuera del poder colonial.

“Su tenaz resistencia a la explotación dio lugar en el grupo dominante a quejas de que era ‘haragán’ y ‘ocioso’, pretextos para que la Corona oficializara otros mecanismos que aseguraran la fuerza laboral gratuita”. Relatos de Julio Pinto Soria. “El valle central de Guatemala (1524-1821): análisis acerca del origen histórico-económico del regionalismo en Centroamérica”. USAG, Anuario de Estudios Centroamericanos, UCR, 1988.