ue un oficial militar estadounidense, el más condecorado, como Smedley Butler, dijera lo que dijo, fue un escándalo en su tiempo que, por supuesto, han tratado de opacar, silenciar, y a pesar de los años, aquel discurso que se convirtió en el libro “La guerra es un latrocinio”; hoy tan vigente.
Fue testigo inevitable del inicio convulsionado del siglo XX; sirvió al Cuerpo de Marines y estuvo aquí, en nuestra Honduras, interviniendo militarmente, en la aciaga historia de corrupción, criminalidad y empobrecimiento del país, que se traducía en golpes de Estado, persecuciones políticas, sobornos, imposiciones.
Sus intervenciones militares lo llevaron al conflicto con España por Cuba y Filipinas, en el levantamiento de los bóxers en China, la Primera Guerra Mundial, en México durante la revolución, en Haití, y en las guerras bananeras en Nicaragua y Honduras.
Hasta que se retiró supo que las guerras, las intervenciones, no tienen nada que ver con patriotismo, democracia y libertades; solo es un negocio para las transnacionales, o para quienes venden suministros y equipos, o para los que reconstruyen los escombros. Confiesa: “He sido un gánster del capitalismo”.
Lo dijo en su discurso del 21 de agosto de 1935, en Connecticut, frente a un público atónito y el enojo del gobierno. Por más de 30 años logró ascensos y condecoraciones por guerrear con la Infantería de Marina: “Durante este período dediqué la mayor parte de mi tiempo a ser un matón de primera categoría al servicio de las grandes empresas, Wall Street y los banqueros”.
Asegura en el libro: “en 1914 afirmé la seguridad de los intereses petroleros en México, Tampico, en particular. Contribuí a transformar a Cuba en un país donde la gente del National City Bank podía burlar tranquilamente los beneficios. Participé en la ‘limpieza’ de Nicaragua, de 1902 a 1912, por cuenta de la firma bancaria internacional Brown Brothers Harriman. En 1916, por cuenta de los grandes azucareros norteamericanos, aporté a la República Dominicana la ‘civilización’”.
También recordó nuestro crispado país: “En 1923 ‘enderecé’ los asuntos en Honduras en interés de las compañías fruteras norteamericanas”. Había elecciones; el Partido Liberal, dividido (como hoy) presentó a Juan Ángel Arias y a Policarpo Bonilla; el Partido Nacional se estrenaba con Tiburcio Carías. Pleito poselectoral, guerra civil. Marines estadounidenses ocupan Tegucigalpa.
Su libro, está en internet, solo tiene veinte páginas, contrasta el horror de la guerra y el negocio impresionante; se nota cómo funcionan las cosas. “Fui premiado con honores, medallas y ascensos. Pero cuando miro hacia atrás considero que podría haber dado algunas sugerencias a Al Capone. Él, como gánster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como Marine, operé en tres continentes”. Smedley Darlington Butler murió en 1940.