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País en cuestas

Para el próximo proceso electoral ya lanzaron al aire del azar varias precandidaturas, de todos los colores y naturalezas, unos arrastrando aún los polvos blancos de dictaduras y otros arropados con las banderas del poder.

A mitad de la administración de Castro, saltan estas ambiciones políticas y desatan sus propias batallas con encuestas asalariadas en un contexto político nada favorable para ningún candidato. Ellos viven en el espejismo de la popularidad e ignoran la desconfianza que los hondureños tienen de estos raros especímenes del electorado nacional.

La manipulación de encuestas en el ámbito político es una táctica vieja que busca influir en las percepciones públicas para moldear la opinión para favorecer a ciertos candidatos o partidos políticos. Una gastada estrategia para que los ciudadanos mantengan una expectativa. Este fenómeno puede resultar en sesgos en la toma de decisiones, donde las personas se adhieren sin fundamentar su elección, simplemente porque parece ser la opción más popular. Para contrarrestar esta adhesión no fundamentada, es crucial realizar una investigación independiente y llevar a cabo una evaluación crítica de candidatos y propuestas.

La ciudadanía informada es esencial para una democracia saludable, ninguna popularidad garantiza la calidad o idoneidad para gobernar; es crucial evaluar cada opción individualmente, la toma de decisiones basada en una encuesta nos puede conducir nuevamente a errores eternos en elecciones como las de nuestro país. La percepción de quién está liderando en las encuestas puede influir en el apoyo público. La presión percibida para unirse a la opción “ganadora” polariza la opinión y lleva a un cambio de apoyo sin un fundamento sólido.

Por lo tanto, es esencial concentrarse en el análisis de propuestas y valores, en lugar de basarse solo en la popularidad de estadísticas hechas en una computadora. Los ciudadanos deben mantener una perspectiva crítica y no dejarse envolver en una marea de números baratos e inexactos que no reflejan adecuadamente la diversidad de la población con ciertos grupos demográficos.

La forma en que se formulan las preguntas ambiguas o tendenciosas lleva a resultados sesgados. Es por eso que la gente puede decir que votarán de cierta manera, pero su comportamiento real en las elecciones suele ser diferente.

Esta fallida democracia se debe reconstruir con ciudadanos informados y comprometidos. Por lo tanto, las encuestas son solo una instantánea en el tiempo que no garantizan resultados futuros. Los analistas políticos deben considerar múltiples fuentes de datos y tendencias históricas para hacer predicciones más precisas, es importante verificar la metodología y la fuente de las encuestas antes de sacar conclusiones definitivas.

En estos tiempos convulsos y de desprestigio que azotan las cavernas políticas, acuden a personajes no involucrados en política, para incluirlos en tales encuestas, para darle algún brillo de credibilidad, buscando los favores de lógica elemental con calculadas intenciones de “pureza” politiquera. Mas allá de eso, antes de preguntas y retóricas, hay que despejar el país que cruza los pantanos de la demagogia y marcha en cuestas, donde acechan asaltantes de camino.