Columnistas

Honduras es una fábula convertida en cuento, una anécdota contada por Pericles en la noche que inventó la democracia, una historia desarticulada por sus malos tinterillos disfrazados de caudillos, para cimentar su Corte Suprema de Justicia (CSJ) como arma política del poder.

Un desafío, un duelo como en el viejo oeste, nos plantea la independencia del sistema judicial arrancada de los principios democráticos, como la separación de poderes en este país, cuya tragedia es retratada todos los días por la prensa, como en una carnicería donde descuartizan la Constitución de la República, cuando no les basta tener una CSJ con una mora judicial, corrupción, impunidad y con violaciones a los derechos humanos, fabricando como títeres a operadores de justicia que se burlan con sus leyes acorazadas por la transgresión y el silencio.

No les bastó tomar el poder de la nación un 27 de enero sin un Congreso electo, pues ahora cumplen un año en la presidencia sin tener una Corte electa. ¡Toda una hazaña de récord histórico que jamás se había visto en Honduras!

No hubo consenso -dicen-, por no decir que buscan una tregua para negociar casos de corrupción, donde las tres grandes fuerzas políticas son partícipes y apuestan por la impunidad con las fichas en juego de los nuevos integrantes de la CSJ, tras 48 horas de sesiones y alegatos con sus mandaderos bajo la mesa y las cartas bajo la manga; las destapadas en el póker de ases de la trampa y el engaño que ya no les importa si la Corte es secreta o pública, con tal de que sus cartas -nominados- obtengan las tres cuartas partes del total de los congresistas, es decir, 86 de los 128 diputados, por lo que los partidos deben jugarse en alianza, coaliciones y complicidad, debido a que ninguno reúne la cifra mágica en la baraja para realizar las apuestas sobre la lista de los magistrados que regirán hasta el año 2030.

Mientras tanto, el tiempo no rige la justicia, ni las leyes ni la ambición, porque si hay algo que tienen los políticos es paciencia para calcular los golpes certeros, por lo tanto, nadie les saca carrera para lograr la selección de los altos jueces. Ya hicieron lo mismo en el proceso de 2016 que demoró 19 días para lograr obtener las marcas y manchas del actual Poder Judicial, que mal han gobernado en los últimos 7 años bajo el fierro del Partido Nacional que se aferra a no apoyar una “Corte” con mayoría izquierdista, por los peligros que representa para la democracia ante las pretensiones de una Asamblea Nacional Constituyente, como si ellos no armaron antes una enmascarada de reelección y narcotráfico.

A todo esto, el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) exige estar presente en la elección y ejercer una veeduría in situ, porque es un derecho de las democracias en estos procesos donde no se juega fútbol de barrio para armarse de tambores y bullaranga, sino de transparencia y legalidad que puede salvar y darle legitimidad y moralidad al proceso de elección de los magistrados, que ya parecen ser cómplices de este juego de naipes donde arman su propia casa de la justicia selectiva y donde se compra y se vende al por mayor y menor, según sean las necesidades de los políticos que los colocaron a cuidar la pulpería.