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La OEA, un balance crítico

La Organización de Estados Americanos (OEA) surgió en 1948, su creación obedeció a los cambios introducidos por la Guerra Fría, que era la confrontación entre las dos superpotencias surgidas después de la Segunda Guerra Mundial.

Una idea que los gobiernos estadunidenses habían venido acariciando desde la llamada doctrina Monroe, donde se proclamó como principio doctrinario la política estadunidense de “América para los americanos”, dando a entender que el continente les pertenecía por designio divino.

Previo a la creación de la OEA, se había firmado en Río de Janeiro, Brasil, el Tratado Interamericano de Defensa Recíproca (TIAR), por medio del cual un ataque por parte de cualquier Estado extracontinental a un país firmante, sería considerado como una agresión a todos los Estados, en consecuencia cada uno actuaría en defensa individual o colectiva en contra del ataque, esto era en alusión a una imaginaria intervención de lo que era la Unión Soviética.

Desde su creación, la OEA ha servido –en gran medida – de correa de trasmisión de la política intervencionista de Estados Unidos en las naciones del continente, recuérdese la expulsión de Cuba del seno de la OEA en 1962 y la invasión a la República Dominicana en 1965 por parte de tropas de varias naciones americanas, incluyendo Honduras, como respuesta a los movimientos políticos y sociales que se daban en aquella nación caribeña.

Sin embargo, la prueba de fuego del TIAR vino con la invasión de los ingleses a la Argentina en 1982, en esa invasión no se invocó los acuerdos firmados a través del TIAR y ni la OEA ni los estadunidenses emprendieron acciones de solidaridad continental por aquel hecho deleznable en contra de un país hermano.

Los cambios políticos y sociales que han venido experimentando los países del continente, especialmente algunas naciones de América del Sur, donde se ha desafiado el dominio tradicional de los Estados Unidos con la creación de bloques de naciones, sin su presencia, más la pérdida de su hegemonía en el mundo, con el aparecimiento de otros polos de desarrollo como China y Rusia, han reducido el perfil de la OEA.

Muchos problemas políticos que en el pasado se resolvían en el organismo continental, ahora, ante la incapacidad de lograr consensos, se resuelven internamente.

La debilidad de la OEA como organismo aglutinador de los intereses de los grupos dominantes hace que su principal socio, los Estados Unidos, en los últimos tiempos, ante problemas regionales busque soluciones bilaterales o con la formación de bloques como el Grupo de Lima, que se ha constituido en la avanzada de la política estadunidense en contra del gobierno de Venezuela.

Todo lo que ocurre en el seno de la OEA hace que su secretario general, señor Luis Almagro, haya perdido el rumbo y hoy muestre contradicciones que lo han llevado a emitir criterios poco fundamentados en el problema electoral en Honduras, a la vez, actuando de forma irresponsable en el caso de la Maccih, sin que nadie le pida cuentas por lo actuado. Estados Unidos cuando no tiene el control absoluto de un organismo, lo ignora o lo debilita.