Columnistas

La guerra civil de 1919

Las maniobras del presidente Francisco Bertrand por imponer como su sucesor a su pariente Nazario Soriano provocaron su derrocamiento. Él había accedido al poder por decisión del diplomático estadounidense Thomas Dawson a bordo del buque de guerra Tacoma, en 1911, tras la renuncia de Miguel R. Dávila luego del desembarco de Manuel Bonilla y la captura de varios puertos y aduanas en la costa norte.

No asistieron al Tacoma en calidad de contendientes efectivos, quienes en realidad lo eran: Washington Valentine, Samuel Zemurray y los acreedores ingleses de nuestra deuda por el ferrocarril. (Oquelí, Ramón. Revista de la Universidad, no. 17, etapa VI, 1981). Bertrand traspasó el mando a Bonilla en 1912; a la muerte de este (1913), Bertrand retomó la presidencia.

Tres candidatos se postularon a la presidencia en 1919: Soriano, Alberto Membreño, Rafael López Gutiérrez, los dos primeros de tendencia conservadora, el tercero liberal.

La imposición y represión oficialista fue respondida por la oposición con la captura de ciudades del occidente y San Pedro Sula por dos intibucanos, cuyas vidas se entrelazaron a partir de ese año: Vicente Tosta y Gregorio Ferrera, en tanto, por el oriente López Gutiérrez se apoderaba de Danlí y Yuscarán. Carías arrestado en Tegucigalpa. La intervención política del diplomático estadounidense Thomas Sambola Jones provocó la renuncia a la presidencia de Bertrand, quien posteriormente emitió manifiesto declarando: “No pudiendo contrarrestar fuerzas en extremo superiores para un pueblo débil, me alejo del poder cediendo a la insólita pretensión de un poder extraño al que no reconozco derecho alguno de intervenir en los asuntos privativos de un pueblo dueño de sus destinos.” (Argueta, Mario R. Tres caudillos, tres destinos, 1919-1932. 2a. ed, p. 19).

Lo que no admitía Bertrand era su responsabilidad en haber sido el causante de la lucha fratricida al haber intentado imponer a Nazario como su sucesor para continuar manejando el poder tras el sillón presidencial. Evaluando su gestión, un historiador hondureño concluyó: “Bertrand no gozaba de simpatías en las altas esferas de decisión del gobierno de los Estados Unidos... Su celo en poner a salvo los derechos de Honduras sobre las aguas del golfo de Fonseca en las cuales la gran potencia proyectaba el establecimiento de una base naval; la tardanza del gobierno de Honduras en declarar el estado de guerra con los Imperios Centrales de Europa y la sospecha de que el doctor Policarpo Bonilla había obedecido órdenes del presidente hondureño para pedir en las Conferencias de Versalles la interpretación de la Doctrina Monroe, constituyeron factores de antipatía de la cual se hizo portavoz el ministro Sambola Jones.” (Cáceres Lara, Víctor. “Gobernantes de Honduras en el siglo XX. De Terencio Sierra a Vicente Tosta”.pp. 210-211).

Los agentes diplomáticos estadounidenses en Honduras regularmente enviaban reportes respecto a la influencia alemana en Bertrand.En las elecciones de octubre triunfó la planilla López Gutiérrez, tomando posesión de la presidencia en enero 1920.