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La CICIH y la Cuenta del Milenio como fetiches

El fetichismo tiene que ver con aquello inventado que hace las veces de “sagrado” o muy trascendental cuando en realidad oculta o nos desvía de lo esencial. En un sentido amplio ocurre cuando se le otorga mayor valor a las cosas que a las personas.

Según los estudiosos del comportamiento humano es una patología que puede conducir a que las personas se obsesionen con objetos, imágenes o cosas como que si el sentido de la vida dependiera de eso.

Entre tantos estudiosos y versados en el tema, vale destacar a Sigmund Freud y a Karl Marx.

De diferentes nacionalidades, uno de nacionalidad austriaca y nacido en lo que hoy es territorio checo y el otro, de nacionalidad alemana nacido en lo que fue territorio del extinto reino prusiano. Ambos de origen judío y científicos que revolucionaron el conocimiento en sus respectivas áreas. Alcanzaron a ser cronológicamente contemporáneos durante un par de decenios y confluyeron en los peligros del fetichismo desde diferentes ángulos de la realidad.

Según Marx, el fetichismo implica una alienación derivada del sistema económico mediante la cual las relaciones de intercambio se deforman a través de las mercancías (que contienen valor-trabajo) y lo que deberían ser relaciones entre personas se pervierten en relaciones entre cosas.

En el caso de Freud, el fetichismo tiene que ver con posibles comportamientos en la vida sexual de las personas. Lo desarrolló como parte del inmenso trabajo clínico como médico neurólogo que lo hizo merecedor del título de creador del psicoanálisis. El objeto-fetiche llega a tener presencia en algo concreto y hasta tangible, pero en cuanto “presencia de una ausencia” es inmaterial y hasta intangible.

Como metonimia va dándose la paradoja del objeto fetiche; cuando el fetichista pone en práctica su tendencia a coleccionar y multiplicar sus fetiches va deformando todo.

Relacionamos como fetichismo esas dos figuras tan “absorbentes” últimamente en la realidad de Honduras (CICIH y Cuenta del Milenio) porque, pareciera que de eso depende absolutamente todo el acontecer y futuro del país.

Aunque sin dudas, esos temas reflejan partes significativas de lo que pasa y puede ocurrir, resulta que tanto los medios, personajes políticos y la población en general, no profundizamos apropiadamente y nos quedamos a nivel de fetichistas. Flotamos en lo superficial.

Perdemos la dirección y nos arriesgamos a no encontrar el rumbo posible y deseado para la república.

Para ser más concretos, no se trata de que si viene la CICIH, el país resuelve por arte de magia sus problemas; ni tampoco, que si no viene pronto o, concluye por no venir nunca, la nación se entierra para siempre.

No debemos perder la esencia del tema ni menos caer en la trampa de si estamos ciegamente a favor del gobierno u obtusamente en contra de él, dando lugar a que regresen algunos de los que ya desvalijaron y desmembraron las finanzas públicas.

Se trata de ver la esencia del tema: debería de ser práctica cotidiana y elemental prevenir y combatir la corrupción (a nivel público y privado, en lo alto y común de la sociedad) con todas las herramientas institucionales sostenidas con el presupuesto nacional y por supuesto, con el apoyo oportuno de la cooperación internacional (sin volvernos dependientes crónicos).

No deberíamos estar atenidos a que las soluciones vendrán de afuera aunque, es realista pensar en que las exigencias externas suelen ser más necesarias sobre todo con una ciudadanía todavía tan endeble. Enfoquémonos.