Columnistas

Guerra e intereses

Nadie sale indemne de la guerra, menos el vencedor. Varios conflictos armados de la historia arrancaron tras simples divergencias, prejuicios y malentendidos, hasta complicarse en cada vez más furiosas discusiones y amenazas, estalladas al fin en violencia y muerte. Pues tras que los ejércitos asesinan -tributas para que así los entrenen- cuanto queda luego que se silencia el final disparo es lo peor: odios prolongados, resentimientos y rencores que perviven por décadas o siglos, celos y encono de venganza.

Un incidente marino originó la Guerra de la Oreja de Jenkins entre Inglaterra y España en 1739 pero que se entrelazó luego con las colonias británicas en Estados Unidos y la sucesión real de Austria. En síntesis: Gran Bretaña, que poseía licencia para vender esclavos africanos en América, igual los contrabandeaba.

Por lo que el capitán ibero José Fondiño capturó al bergantín inglés Rebecca, a cuyo líder, por ofensivo, le rebanó una oreja en tanto blofeaba que si aparecía el rey Jorge de Inglaterra haría lo mismo, por lo que el soberano británico mandó atacar las naves españolas del Caribe e inició gran contienda.

Cuando en 1856 (era de William Walker) el borracho gringo Jack Olivier roba frutas que vende Manuel Luna en ciudad Panamá, nunca imaginó que despertaría la Guerra de la Sandía, conflagración entre EUA y esa zona ístmica entonces dominio de Colombia.

Luna reclama al yanqui cinco centavos de la tajada, este lo insulta, ruedan a puñetazos, los otros vendedores -resentidos porque el ferrocarril los ha quebrado- apoyan al puestero en el instante que arriba un tren de Colón con mil más estadounidenses, quienes sacan pistolas, cuchillos y arman zafarrancho.

Airados, los panameños incendian el barrio pero llegan gendarmes y también un destacamento gringo, quienes combaten por tres días. Disturbios, muertos, casas estadounidenses abrasadas, por lo que un comisionado consigue en Washington que marines ocupen Panamá y venguen la afrenta. Los panameños sufren invasión, pagan desagravios por 412 mil dólares y tienen que ceder islas donde EUA instale bases navales. A tal altura nadie recuerda la sandía.

En 1914, tras que el nacionalista serbio Gavrilo Princip asesina en Sarajevo a Francisco Fernando, heredero al trono austro-húngaro, lo que se pensó sería contienda entre dos Estados concluyó generando la Primera Guerra Mundial.Se sufre ahora en Ucrania y sobran insultos para ofender a Putin. Pero pocos conocen que en 1992 la imperialista OTAN se comprometió a no posicionar tropas en vecindades de Rusia, cosa que jamás cumplió.

Por lo opuesto, sumó en sus filas a Estonia, Polonia, Eslovaquia, Rumania, Letonia, Lituania, Bulgaria, otros que antes eran la URSS y que rodean con misiles cada vez más a Rusia, por lo que su imperial presidente trazó una línea roja de No Más, la que cruza Ucrania.

Como no le hacen caso, y en defensa de agresiones futuras, se lanza a una guerra que si no es justificable es políticamente entendible. Para comprenderla mejor debe recordarse que exactamente pero al revés -URSS contra EUA- aconteció en la Cuba de 1962, cuando la crisis de los misiles.

Los hechos mundiales se comprenden mejor estudiando la historia, no por emotividad.