Columnistas

Enhorabuena

Estruendosos aplausos de 10 millones de hondureños por la actitud supuestamente patriótica, digna y soberana demostrada por nuestro gobierno en el manejo de nuestras relaciones diplomáticas con el mundo democrático occidental y, particularmente, con los representantes de ese “imperio” que actualmente les da albergue, trabajo y esperanzas a casi dos millones de compatriotas.

El haber puesto contra la pared a la representante de los Estados Unidos de América es un acto de extrema valentía, según las pocas docenas de fanáticos “libretarios” que frenéticamente aplauden las imprudencias de este gobierno desde su inicio, particularmente en el campo de las relaciones internacionales. Es otra chapita de refresco que la autoridad competente debe imponerse en el pecho como condecoración por su incomprensible estrategia; especialmente, con el gobierno del país que no solo es nuestro principal socio comercial, sino también nuestra palanca en todas las malas que nos ocurren tanto por los fenómenos naturales que nos abaten, como por los fenómenos de enajenación que sufren frecuentemente nuestras autoridades superiores.

Nos preocupa los oídos sordos que este gobierno y sus asesores familiares ponen diariamente frente al gemido extensivo del pueblo hondureño en todos los rincones del país. Gemido que se traduce en constantes reclamaciones públicas y privadas, individuales y colectivas, pero particularmente en ese éxodo de nuestro joven recurso humano, vital para el desarrollo de nuestra Honduras. Estamos perdiendo no solo nuestra mano de obra básica, sino también trabajadores calificados, técnicos y ahora profesionales en distintas ramas. Se nos fueron los corteros, se cae el café y se pudre en los suelos impenetrables de nuestras montañas, tanto por la destrucción de nuestras carreteras y caminos de acceso, como por que no hay inteligencia y voluntad para proponer soluciones. Por ejemplo, entre esos miles de colombianos, ecuatorianos y venezolanos, que se guarecen temporalmente en nuestro país, sin hacer nada, algunos deben tener experiencia en corte de café. Ofrezcámosles nuestro propio TPS para que nos ayudemos mutuamente a salvar Honduras y a ellos mismos.

Los que hoy aplauden desaforados las imprudencias del régimen, porque reciben algún beneficio directo, deberían ir pensando de qué comerán cuando esta Honduras se desplome y su partido no esté en el poder, de rodillas, nuevamente tendremos que implorar clemencia ante el único país que por lógica y tradición nos la puede brindar.

No nos olvidemos de los miles de compatriotas que en este momento huyen de la pesadilla hondureña en busca del sueño americano, exponiendo hasta la vida de sus criaturitas que los acompañan; ellos merecen nuestro respeto y consideración. Imposible desoír al millón y medio de hondureños secos y mojados que con sus remesas sostienen esta burbuja económica, artificial que experimentamos. De todo esto, debe acordarse nuestro “canciller” cuándo invite bravuconamente a la señora Dogu a su despacho.

No hurguemos el macho con vara corta, si los norteamericanos nos restringen las remesas, como le ocurrió a los gracejos dictadores cubanos, estaremos listos y servidos.