Columnistas

EE UU y su estrategia anticorrupción

Sabemos que la República de Honduras fue convertida por el gobierno ilegítimo y autocrático de Juan Orlando Hernández en un país fértil para el cultivo de la corrupción y el desarrollo de su industria, la cual, por su carácter sistémico penetró con facilidad en todas las instituciones del Estado, muchas empresas privadas y algunas internacionales.

Entre el pueblo laborioso, honrado y noble de Honduras corre el verdadero rumor de que están nadando en océanos de corrupción y otros (corruptos) están inmersos, quienes desde allí realizan daños bestiales.

En la actualidad, las autoridades y funcionarios del Estado de Honduras no son confiables, es la percepción de la sociedad hondureña.

La administración Biden y/o la de cualquier otro gobierno u organismos internacionales de justicia y/o financieros, encontrarán indicios suficientes para iniciar investigaciones y descubrirán casos de corrupción como nunca visto en la historia de Honduras. La investigación les dará los secretos bien guardados que normalmente rodean cada caso de corrupción tipificados en los códigos de la justicia internacional y en la injusta justicia hondureña. Lograrán develar la corrupción estructural y su funcionamiento en los distintos rubros como la política y sus derivados… esencialmente en los tres poderes del Estado, la empresa privada, militares y policías, reitero, hasta en organismos internacionales.

El Departamento de Estado publicó la lista Engel, dando señales positivas de su lucha contra la corrupción, pero, equivocadamente muchos señalados se mofaron, en actitud desafiante. Tales desafíos invitan a establecer planes de guerra contra la corrupción con acciones eficaces y sin treguas, para que los corruptos no alcen vuelo ni escondan evidencias.

Ciertamente, para el gobierno estadounidense el factor migración es importante, pero también es urgente atacar el cáncer maligno que genera metástasis cada segundo en todos los sistemas de la industria de la corrupción, de lo contrario, tendrán migración para rato y con el alto riesgo de contaminarse los sistemas de justicia, financiero, de seguridad, de comercio y político de EE UU, confiamos no están ya contaminados.

Una emblemática incoherencia del presidente Trump en los tiempos de su administración fue permitir la expulsión de la Maccih, favoreciendo al gobierno de JOH y su equipo de colaboradores cercanos. Esta tregua resultante de la salida de la Maccih, los políticos y empresarios corruptos la aprovecharon para elaborar y establecer estrategias legales para evadir la justicia y continuar con su labor perversa. Además, otro impacto del presidente Trump fue la bofetada que le propinó al pueblo hondureño y a la comunidad internacional protegiendo a Juan Orlando Hernández, fundador y administrador del narcoestado hondureño, llamándolo socio y aliado de EE UU. Inadmisible.

Desde luego, existen muchísimas esperanzas, confiemos que los esfuerzos de la administración Biden no se distorsionen y no permita que la geopolítica lo aleje del fin supremo, el de combatir la corrupción y preservar el bienestar de la comunidad hondureña. Queda planteado.