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Educación sexual progresiva e integral

La información divulgada por Diario EL HERALDO (4 de agosto de 2022, p. 4) relativa a los nuevos enfoques educativos incluidos en el “Plan de refundación para el sistema educativo público”, que incluye los aspectos ambientales, equidad de género, educación multicultural y educación sexual para la salud, deben ser vistos como un enfoque por demás positivo a efecto que el educando sea introducido gradualmente a temáticas altamente relevantes en sus vidas durante las diversas etapas de su crecimiento intelectual, emocional y físico.

Obviamente, debe capacitarse por personal especializado a quienes tengan a su cargo la impartición de estos contenidos, a fin de evitar improvisaciones no profesionales ni adecuados al nivel en que se transmiten, de acuerdo con la edad de la alumna (o). Psicólogos, médicos y pedagogos especializados en orientación son los indicados al respecto.Idealmente, corresponde a los padres de los estudiantes iniciar a sus hijas (os) en tales conocimientos, pero el hecho es que los progenitores los desconocen, o, aún sabiéndolos, se abstienen de ofrecerlos por múltiples razones, incluyendo la falta de comunicación y diálogo permanente entre ellos y su descendencia, lo que induce a esta a abstenerse de depositar la necesaria confianza con aquellos, provocando una creciente brecha generacional.

La ausencia de educación sexual científica origina diversos resultados negativos, desde los embarazos no deseados, el inicio de relaciones íntimas a edad prematura, el contagio de enfermedades de transmisión sexual, el abuso sexual por parte de parientes cercanos de las víctimas hasta los traumas que tales conductas ilícitas provocan en estas, que en más de una ocasión han resultado en profundos estados depresivos, antesala del suicidio.

El rechazo automático y visceral a la nueva malla curricular por parte de religiosos de diversas denominaciones revela tanto intransigencia como desconocimiento de la compleja y dramática realidad por la que atraviesan niñas (os) y adolescentes.

Tal como declara la viceministra de la Secretaría de Educación, Marisela Figueroa, “no es posible que empiecen a ver un punto negro en la manta blanca, porque aún no hemos llevado la consulta a los especialistas en estos temas”, que tienen por objetivo la prevención pero también el inculcar la tolerancia, el respeto a la diversidad, la protección y preservación del medio ambiente, todos temas vitales para la formación y desarrollo de las y los futuros ciudadanos de nuestra patria.

Sugiero que igualmente debe retomarse la asignatura, suprimida hace algunos años, de Educación Moral y Cívica, pero con enfoque nuevo y actualizado que permita conocer deberes y derechos, conocimiento e interpretación de la Constitución política, estudio de nuestros héroes y heroínas, sus aportes diversos y sus actuaciones enmarcadas dentro del tiempo histórico en que les ha tocado actuar, los obstáculos que encontraron en su proyección hacia la comunidad.

No debemos olvidar que nuestra Carta Fundamental, en su artículo 151 establece que “La educación nacional será laica y se fundamentará en los principios esenciales de la democracia, inculcará y fomentará en los educandos profundos sentimientos hondureñistas y deberá vincularse directamente con el proceso de desarrollo económico y social del país”.

La desinformación y manipulación del aún inédito proyecto curricular, sea por ignorancia, deseo de figuración política o ideas preconcebidas, en nada contribuyen a la forja de la niñez y juventud hondureña, armónica, responsable y participativa.