El pasado miércoles 12 de enero de 2022 la Cepal publicó el “Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2021”, mediante el cual estima que el Producto Interno Bruto (PIB) real de Latinoamérica alcanzará un 6.2% en 2021 y apenas un 2.1% en 2022. El organismo regional “elevó su previsión del PIB de 2021 tras su estimación de 5.9 % hecha en agosto pasado, pero redujo su pronóstico de crecimiento para 2022, que antes era de 2.9%”.
En el documento aludido se plantea que: “Con las tasas de crecimiento esperadas para 2021 y 2022, menos de la mitad de los países de la región habrán logrado recuperar los niveles de actividad de 2019, antes de la crisis: 11 países lo lograrán en 2021 y otros 3 países se sumarían en 2022”.
En América Latina, las estimaciones de la Cepal muestran las siguientes tasas de crecimiento en 2021 y 2022 (entre paréntesis): Guyana 18.5% (46%), Perú 13.5% (3%), Panamá 12.4% (7.3%), Chile 11.8% (1.9%), República Dominicana 10.4% (5.5%), El Salvador 10% (3.8%), Argentina 9.8% (2.2%), Colombia 9.5% (3.7 %) y Honduras 9% (4.5%). Un crecimiento intermedio se observa en: Nicaragua 7.4% (3.0%), México 5.8% (2.9%), Costa Rica 5.5% (3.7%), Guatemala 5.4% (4.3%), Bolivia 5.2% (3.2%), Brasil 4.7% (0.5%), Paraguay 4.6% (3.8%), Uruguay 3.9% (3.1%) y Ecuador 3.1% (2.6%). A su vez, el peor desempeño económico en el 2021 y mejoras de resultados en 2022 se produce en: Cuba 0.5% (3.5 %), Haití -1.3% (1.4%), Venezuela -3% (3%) y San Vicente y las Granadinas -6.1% (3.7%).
Aun cuando, según el informe de la Cepal, “la recuperación proyectada descansará principalmente sobre el componente interno, dado que se prevé que el aporte del sector externo al crecimiento del PIB no sea significativo”, debo aclarar que en el caso de Honduras la actividad económica está muy asociada al sector externo, ya que depende en gran medida de los intercambios comerciales con EE UU, el resto de Centroamérica y Europa, mientras que el consumo interno está muy deteriorado por los elevados niveles de desempleo, informalidad y pobreza, los cuales han reducido los ingresos de las personas, aunque las remesas familiares han aliviado parcialmente la situación.
En el documento aludido se plantea que: “Con las tasas de crecimiento esperadas para 2021 y 2022, menos de la mitad de los países de la región habrán logrado recuperar los niveles de actividad de 2019, antes de la crisis: 11 países lo lograrán en 2021 y otros 3 países se sumarían en 2022”.
En América Latina, las estimaciones de la Cepal muestran las siguientes tasas de crecimiento en 2021 y 2022 (entre paréntesis): Guyana 18.5% (46%), Perú 13.5% (3%), Panamá 12.4% (7.3%), Chile 11.8% (1.9%), República Dominicana 10.4% (5.5%), El Salvador 10% (3.8%), Argentina 9.8% (2.2%), Colombia 9.5% (3.7 %) y Honduras 9% (4.5%). Un crecimiento intermedio se observa en: Nicaragua 7.4% (3.0%), México 5.8% (2.9%), Costa Rica 5.5% (3.7%), Guatemala 5.4% (4.3%), Bolivia 5.2% (3.2%), Brasil 4.7% (0.5%), Paraguay 4.6% (3.8%), Uruguay 3.9% (3.1%) y Ecuador 3.1% (2.6%). A su vez, el peor desempeño económico en el 2021 y mejoras de resultados en 2022 se produce en: Cuba 0.5% (3.5 %), Haití -1.3% (1.4%), Venezuela -3% (3%) y San Vicente y las Granadinas -6.1% (3.7%).
Aun cuando, según el informe de la Cepal, “la recuperación proyectada descansará principalmente sobre el componente interno, dado que se prevé que el aporte del sector externo al crecimiento del PIB no sea significativo”, debo aclarar que en el caso de Honduras la actividad económica está muy asociada al sector externo, ya que depende en gran medida de los intercambios comerciales con EE UU, el resto de Centroamérica y Europa, mientras que el consumo interno está muy deteriorado por los elevados niveles de desempleo, informalidad y pobreza, los cuales han reducido los ingresos de las personas, aunque las remesas familiares han aliviado parcialmente la situación.