Columnistas

Antes de tiempo

No existe palabra en el Diccionario de la Lengua Española ni en ningún otro de nuestra querida lengua que encapsule lo que se vive en la política hondureña. Me refiero a esa actitud precipitada que tienen los políticos e incluso periodistas, entre otros, de mencionar nombres con posibles aspiraciones para cargos de elección popular. En esta ocasión, como en otras, ni siquiera se ha llegado a los dos años de gobierno y ya hay nombres y pretensiones que suenan por un lado y por el otro. Y presiento que estas palabras llegan tarde.

Este es posiblemente uno de los defectos más grandes de nuestras derruidas democracias: todo el tiempo se está pensando en las elecciones, no importa si es el partido en el ejercicio del poder o el que lo está buscando. Las elecciones deberían, en cambio, ser sólo un momento dentro de la cultura democrática; clave, eso sí. Se comenzará a decir que hay que ver las cosas con suspicacia porque se trata de un año electoral, porque en estos tiempos cada acción parece un cálculo para un día alcanzar el poder o retenerlo, según sea el caso.

Lo que comunican estos hechos es que los gobiernos en Honduras se desgastan muchísimo en sus primeros años, lo que provoca que desde diferentes sectores de la sociedad se comience a pensar en otras alternativas. Y creo que en este gobierno no es distinto, se ha desgastado muy pronto. Cabe considerar que esto es normal, porque en estos países tan problemáticos, empobrecidos y con tanto vicio político nadie sale ileso de un gobierno. Aquí la perfección es imposible.

A pesar de que pueda considerarse normal, no puede considerarse sano para la democracia y el país en general, porque a pesar de que los gobiernos están en lo suyo y los pretendientes del poder en lo propio (o al menos así debería ser) las cosas, como se dice por allí, comienzan a verse con suspicacia y todo parece (o lo quieren hacer parecer) o bien un aprovechamiento o un ataque con un trasfondo electoral. Y lo peor, considero que distrae la atención de los temas que son más trascendentales para el país, y como ya expliqué, las contiendas electorales son importantes, pero en el momento adecuado.

En Honduras hemos pasado de hablar de nombres a conjeturar sobre alianzas, coaliciones, estrategias, rivalidades y resultados de un proceso que estamos a muchos meses de comenzar. Ese es un síntoma de lo afiebrada que está nuestra democracia. Esto podría ser sin duda el argumento de un cuento que muchos considerarían ridículo, y que solo es verosímil porque sucede en la realidad.

Y creo que a nivel de fechas oficiales en Honduras estamos bien, que se trata de tiempos prudentes desde que comienza la contienda de las elecciones internas hasta que se dan las elecciones generales. El problema es más bien cultural, aunque esto implique que las personas se aburran de escuchar por dos años o incluso más los nombres de personas que pretenden gobernar el país.

Y por último, debo decir que a pesar de que ese momento clave de la democracia debe considerarse una fiesta, las campañas suelen ser tan pobres de propuestas y circenses que pensar que además de los tiempos oficiales hay que vivir toda una etapa previa entre rumores, distracciones y palabrerías, creo que no alegra a nadie.

Por lo pronto, como ciudadanos veedores de la sociedad, nos queda mantener el foco en los temas que ahora mismo son verdaderamente importantes para Honduras. Y dejar a los políticos lo suyo.