Opinión

Censo Nacional de Población y Vivienda 2013

El levantamiento del Censo Nacional de Población y Vivienda 2013 ha llamado la atención del pueblo hondureño. Más que atención es en realidad una preocupación para aquellos conocedores de estos instrumentos estadísticos, sobre todo en dos requisitos que deben de reunir para realizarlos: en primer lugar lo referente a la normalidad del año y en segundo a la publicidad que debe efectuarse del evento.

En lo primero, es como si se efectuara un Censo Nacional Agropecuario en un año caracterizado por sequía intensa o de abundantes lluvias y tormentas que incide de manera directa en la productividad “normal” de las actividades económicas involucradas en el sector agrario. Los resultados numéricos de realizarse esta investigación estadística bajo esas condiciones anormales serían sencillamente desastrosos.

Del mismo modo, de todos es sabido que el 2013 es un año totalmente anormal, por ser electoral, y la población por naturaleza e instinto está en su papel de políticos en campaña y no andan preocupados por buscar la verdad; entonces el conglomerado nacional en su mayor parte está lleno de incertidumbre y desconfianza, peor a sabiendas de nuestras “transparentes y famosas elecciones estilo Honduras”. El último proceso electoral interno de uno de los partidos en contienda fue más que evidente para ostentar este calificativo.

En lo segundo, es que a solo escasos días del proceso y por ende ir a consultar a la población --garantes del éxito de este tipo de investigaciones-- para obtener datos confiables, oportunos y veraces, ha sido mínima la difusión en medios escritos, radiales y televisados del proceso censal; esto agranda la incertidumbre y la indisposición poblacional -que puede ser generalizada- para contribuir ampliamente con los enumeradores al momento vital del levantamiento de datos.

Cualquier proceso como el censal puede estar bien elaborado y estructurado, pero lo que garantiza en casi un 100% la obtención de cifras que satisfagan las expectativas es el resultado de la interacción social entre el encuestado y el encuestador, ese proceso dinámico que solo puede ser fluido y transparente si hay “normalidad ambiental” durante la entrevista y que quien contesta está debidamente informado del proceso y quien pregunta lo hace con objetividad y no en busca de fines totalmente ajenos a la investigación.

Desgraciadamente es de pensarse --con las disculpas del ente encargado de este menester-- que si estos elementos no fueron considerados, no vamos a obtener una información poseedora de los atributos necesarios --sobre todo los de confiabilidad y veracidad-- para que las cifras a obtener nos sirvan de norte seguro para la planificación estatal y privada, elaboración de políticas públicas, así como para la toma de decisiones en el ámbito nacional.