Cartas al editor

El último inquilino

Nunca me desagradó la idea de tener nuevos vecinos, todo lo contrario, siempre que me mudaba de ciudad por mi trabajo a donde quiera que fuera no me incomodaban en absoluto; además, tampoco es que me tomaba la molestia de conocerlos, creo que solamente en un par de años conocí a seis vecinos muy peculiares, y por eso nació mi interés hacia ellos, el primero lo recuerdo bien, por supuesto que sí, era un joven que cuando yo regresaba a casa tenía las bocinas a todo volumen con su música, pero yo llegaba tan cansado a esas horas de la noche que solo iba a dormir, la segunda era una infante no mayor de trece años, siempre que me veía venir se burlaba de mi pelo y gritaba como loca cuando veía mi corbata con figuras de serpiente, además que me manchó más de una vez la puerta de la casa, en fin solo era una niña, y para no hacerles larga esta historia, les voy a contar solamente del último, ¡ay, vecinos! La última vez que me mudé, acá donde estoy viviendo actualmente, un anciano se molestó conmigo porque no quise celebrar el cuatro de julio con ellos, yo apenas tenía quince días de haber llegado a la ciudad y no me gusta intimidar con personas que apenas vengo conociendo, era un poblado pequeño, tan pequeño que en tres meses la mayoría de los vecinos cuando paseaba por las calles me quedaban viendo extraño, y ya no se burlaban de mí, sino que me tenían pánico, pues el viejo que les mencioné hace poco había regado el rumor que yo era un hechicero que hacía rituales con niños recién nacidos, je, je, je, ¡caramba! A mí simplemente no me gusta juntarme con la gente, creo que ya se los dejé claro. Así que para Hallowen, decidí hacer una fiesta con los pocos vecinos que quedaban, pero estos después de la celebración desaparecieron. En las breakings news de CNN, se reporta el hallazgo de varios cadáveres en distintos estados del país, el mutilado cuerpo de un joven rockero, el incinerado cuerpo de una niña, y restos de huesos en ácido fluorhídrico. (Cuento)